Miles de personas se agolparon en los patios de comida de varios centros comerciales y en las plazoletas de la ciudad, la mañana de este viernes 25, para ver el partido de la selección de Ecuador que empató a 1 con Países Bajos por la segunda fecha de la fase de grupos del Mundial Qatar 2022.
La mayoría de aficionados eran trabajadores que con sus compañeros y hasta con sus jefes habían salido un par de horas de las oficinas para alentar a la Tri.
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En el espacio denominado Sport Garden, ubicado en la av. Carlos Julio Arosemena, hubo miles de personas que llenaron los tres pisos del lugar.
“Algunas mesas fueron reservadas desde el domingo porque aquí ese día de la inauguración del Mundial también se vivió una fiesta”, contó uno de los administradores del espacio que la mañana de este viernes estuvo lleno de fanáticos que vestían la camiseta de la Selección.
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Algunos llegaron desde las 10:00 para desayunar con amigos.
“Familias con niños también llegaron y ocuparon las mesas. La gente ha aprovechado el entretiempo para comer algo, tomarse una que otra cerveza y hasta para degustar algún postre. Aquí hay una fiesta”, contaba uno de los meseros del sitio que tenía dos comentaristas del partido.
Habían preparado una tarima y en el tiempo de descanso hubo trivias, los participantes se ganaron camisetas y balones.
En una de las mesas estaba Elena Salazar, una mujer de 55 años que había llegado con ocho compañeras de trabajo.
Estaba con su jefa y ambas contaron, tras el empate que logró Enner Valencia en el segundo tiempo, que tendrían el resto de la tarde libre para celebrar.
Según Elena, nunca se había emocionado tanto con un deporte como ahora.
“Es la primera vez que veo un partido y grito como una muchachita. Esto es más que fútbol, nos ha unido a todos como país, nos hace soñar con pasar a la siguiente etapa”, mencionó ella mientras brindaba con sus colegas.
En los patios de comida de los centros comerciales la situación fue similar.
En Mall del Sol hubo cuatro televisores dispuestos en el espacio entre los locales de comida. Estaban todas las mesas y sillas ocupadas y la gente no dudó en sentarse en el piso para no perderse ni un minuto del partido.
Hasta el último momento los fanáticos alentaron a la Selección coreando el característico “Sí se puede”.
Lorena Párraga estaba sentada en el suelo con su esposo. Contó que se sentía como una colegiala cantando.
“Yo no entiendo mucho de fútbol, pero aquí me tienen angustiada con cada gol que no se concreta”, decía entre risas la mujer.
La pareja había llegado a hacer un pago al banco e inmediatamente caminó al patio de comidas con la esperanza de ver el partido.
Cuando subieron al segundo piso ya había más de 1.000 personas en ese espacio.
En el centro comercial San Marino la situación fue similar. Trabajadores cercanos y estudiantes aprovecharon para ver el partido allí. (I)