Los efectos del fenómeno de El Niño en Ecuador, que se prevén para el último trimestre del año, son posibles inundaciones y deslizamientos de tierra, derivados de las intensas lluvias.

En el país, el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) identificó 17 provincias en las que se deben fortalecer los planes de respuesta territorial ante la llegada del fenómeno. Dentro de ese grupo está Guayas.

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Desde la academia si bien se han hecho pronósticos de efectos en sectores agrícolas, de logística e incluso de salud, ahora se pone sobre la mesa la posibilidad de complicaciones en la potabilización del agua por altos niveles de turbiedad, derivado de las lluvias.

¿Por qué científicos del Ecuador dicen que se debe hablar de evento El Niño y no fenómeno de El Niño?

Aunque este tipo de escenario ya se ha registrado en Guayaquil, lo preocupante es la temporalidad. En 2017 se llegó a restringir el servicio por dos días porque la turbiedad del río Daule alcanzó los 2.130 NTU (parámetros de control de turbiedad).

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Solo en este año, en dos ocasiones (febrero y mayo), la concesionaria Interagua anunció restricción del servicio de agua potable en diferentes sectores de Guayaquil debido a los altos niveles de turbiedad en el río Daule.

Hasta 1.500 NTU es el rango máximo permitido para procesar agua potable. En esas ocasiones se sobrepasó la cifra.

El río Daule es el principal afluente del que se obtiene el agua cruda para su procesamiento y posterior distribución. Cuando se registran estos eventos también suelen afectarse otros cantones como Daule y Samborondón.

Con el incremento de precipitaciones, el suelo rápidamente se lava y arrastra hacia los afluentes gran cantidad de partículas, lo que ocasiona altos niveles de turbiedad, explica Luis Domínguez, profesor e investigador de la Escuela Politécnica del Litoral (Espol) y director del Centro de Agua y Desarrollo Sustentable.

Domínguez refiere que este fenómeno se puede volver recurrente de incrementarse las precipitaciones por El Niño a finales del año.

“¿Qué es lo más preocupante ahora? Que no tenga una temporalidad corta. (...) Si es una precipitación intensa, continua y que dura varios días, es probable que la turbidez en el agua no logre bajar y que pasen dos o tres días en los que se mantenga ese escenario”, señala el catedrático.

En abril de 2023, fuertes jornadas de lluvias causaron estragos en varias provincias del país. En el cantón Salitre, en la provincia del Guayas, el desbordamiento del río a causa del caudal de la represa Daule-Peripa dejó anegadas calles, cultivos y viviendas. Fotos: César Muñoz/API Foto: API

En el evento de mayo, por ejemplo, los niveles de turbiedad se normalizaron en menos de doce horas.

Domínguez manifiesta que, al mantenerse los niveles altos, se requerirá más floculante (clarificante) o químicos como el sulfato de aluminio. Lo que representa una mayor inversión por parte de la planta potabilizadora.

“Las empresas de agua están llamadas a tener sus planes de contingencia a fin de ser capaces de seguir satisfaciendo el requerimiento de agua potable en la medida de lo posible y que el tema de insumos no sea una restricción para ellos”, menciona el director del Centro de Agua y Desarrollo Sustentable de la Espol.

Esto, considerando que Guayaquil tiene una conexión directa y puede generar coletazos por la imposibilidad de potabilizar el líquido en cantones como Samborondón, Daule, Santa Lucía, Nobol y poblaciones a lo largo del río Daule y Babahoyo.

¿Qué medidas debe tomar en cuenta Guayaquil?

Entre lo que se ha analizado desde la academia, sostiene Domínguez, está la capacidad de que Guayaquil tenga reservorios que le permitan responder por dos o máximo tres días dependiendo de la probabilidad de ocurrencia.

“Reservorios en la ciudad que permitan sobrellevar los momentos en los cuales no somos capaces de potabilizar en el río”, recomienda.

Sumada a esta medida está la alerta temprana para que los usuarios se preparen y reserven líquido para los días en los que se complique clarificar el agua.

Turbiedad de agua del Daule prende alertas en Guayaquil

“Es importante desarrollar una cultura del manejo del agua en el domicilio. El agua necesita tener un cierto nivel de cloro para mantenerse segura. Se debe trabajar en lineamientos de cómo debo manejarla para que esa agua no represente una amenaza para la salud de mi familia”, puntualiza.

Otro aspecto por considerar es tener una segunda planta de tratamiento de agua con una segunda fuente. Allí entraría como opción el embalse de Chongón e incluso el uso de agua subterránea.

El catedrático señala que hay volúmenes importantes de agua subterránea que no están siendo utilizados por las ciudades y que pueden ser aprovechados ante escenarios adversos de cambio climático.

Al estar estas fuentes por debajo, la calidad no depende de la precipitación. (I)