La calma de la cooperativa 5 de Diciembre, en la isla Trinitaria, en el sur de Guayaquil, se rompió con un estruendo que se escuchó a varias cuadras.

Lo que parecía un juego entre adolescentes terminó en una tragedia: Didier, de 17 años, murió tras la explosión de una camareta artesanal (tipo tumbacasas), mientras que otro joven, de la misma edad, perdió la mano derecha y permanece hospitalizado.

Según relató una tía del fallecido, los muchachos manipulaban el artefacto en el momento de la emergencia. El objeto se apagó y, al intentar encenderlo nuevamente, explotó.

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“Entonces comenzaron a jugar con eso. La camareta se le apagó, la volvieron a prender. Cuando volvieron a prenderla, les explotó. Se escuchó el estruendo y salimos”, contó.

Fueron sus propios amigos quienes lo trasladaron de urgencia a una casa de salud.

Ocurrió la noche del miércoles 10 de diciembre, alrededor las 23:45.

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El estallido fue descrito como similar al de un explosivo de alto poder. “Yo estaba en esta cuadra y el estruendo se escuchó hasta la tercera cuadra, de la cama salté por el estruendo. Fue una cosa espantosa”, recordó la familiar.

Didier sufrió heridas graves: el impacto le destrozó los pulmones, le provocó un orificio en el pecho, quemaduras en el rostro y daños severos en los ojos.

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Inicialmente fue llevado al hospital Teodoro Maldonado Carbo, donde permaneció internado hasta la mañana del jueves. A las 07:10 de ese día se confirmó su fallecimiento.

Los familiares despidieron al adolescente este fin de semana. El velatorio se realizó el sábado 13 de diciembre y ese mismo día, a las 15:00, fue sepultado.

En el mismo incidente resultó herido otro adolescente de 17 años, quien perdió la mano derecha por la explosión y fue trasladado al hospital del Guasmo, donde continúa bajo atención médica.

La familia y los vecinos coincidieron en señalar que se deben intensificar los operativos de control contra la pirotecnia irregular.

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“Deberían llamar a las autoridades, que decomisen estos productos, porque es demasiado”, reclamó la tía de Didier, quien insistió en que también los comerciantes no deberían expender estos productos a menores.

La familiar también pidió operativos en los locales del sector y mencionó que, según versiones del barrio, un comerciante conocido habría vendido los artefactos a los menores.

Un vecino que escuchó la explosión desde su vivienda relató que el impacto se sintió de inmediato. “Algo explotó. Sinceramente, estaba en mi habitación cuando explotó. Fue una explosión que se llevó a un amigo”, dijo visiblemente afectado.

Para él, el dolor atraviesa a todo el barrio. “Por un hijo de alguien estamos sufriendo, queremos enterrarlo como debe ser”.

Didier cursaba su último año de colegio y estaba próximo a graduarse. Sus familiares lo describieron como un joven tranquilo y querido.

“Era un buen muchacho”, señaló su tía, quien pidió acciones concretas para evitar nuevas tragedias.

Con la Navidad a las puertas, la familia advirtió que, sin controles, estos hechos podrían repetirse. “Hoy fue él, mañana puede ser otro”, lamentó. (I)