Gran parte de la identidad de Guayaquil, de la singularidad de cada una de sus calles y barrios está vinculada profundamente a la preservación de edificios con historia, de aquellos que definen su esencia urbana, que se han mantenido con el paso del tiempo y en donde creció la ciudad.

Allí, en el corazón del Puerto Principal está la sede de Diario EL UNIVERSO, el majestuoso ícono arquitectónico de las calles Escobedo y 9 de Octubre.

En la agitada vida de antaño del bulevar, este otrora templo figuraba como referencia, como un punto de encuentro. En la película Ecuador 1929, de Carlos Endara, ya se observa a este gigante en la transitada 9 de Octubre.

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Después de más de 100 años, el movimiento en los bajos de la edificación no se ha pausado, pero sí ha cambiado. Los hombres ya no usan sombreros de copa, pero mantienen su espíritu emprendedor y pujante.

Basta colocar en un buscador "edificio de EL UNIVERSO" para que se despliegue una serie de páginas con reseñas de este edificio del centro que, año a año, forma parte de las guías turísticas.

Durante décadas, esta joya arquitectónica ha captado la atención de más de un turista local y extranjero cuando llega al centro del Puerto Principal.

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La novedad que causa en los ajenos a Guayaquil hace que los adultos mayores que se sientan en las bancas ubicadas en los bajos del edificio empiecen a narrar sus recuerdos.

“Allí en ese gran edificio nació EL UNIVERSO y nació a sus pies parte de Guayaquil, uno de los diarios más grandes de nuestra ciudad y del país”, dice con firmeza Renato Gálvez.

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El hombre, de 67 años, recuerda que en su niñez, cuando caminaba hacia el Malecón, se quedaba en los bajos de EL UNIVERSO y compraba el periódico. Ahora, este es su sitio regular de reunión con otros dos amigos jubilados.

Todos aún caminan observando los edificios a su alrededor y preservando en su memoria parte de la historia.

Para Marcos Castelo, de 80 años, caminar a lo largo del bulevar significa levantar la mirada hacia dicho edificio y admirar no solo lo imponente de su estructura, sino sumergirse en la historia que rodea la esquina en donde se asienta.

Por un lado, la Primera Jefatura del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil, y en diagonal —aunque en ruinas— la Casa Tola.

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“Uno debe detenerse y levantar la mirada. La juventud ahora vive de prisa y no ve lo bello que aún conserva la ciudad, como lo es este edificio de este diario”, comenta.

En 1932, Ismael Pérez Castro, el primogénito de Ismael Pérez Pazmiño, adquirió en propiedad el antiguo templo masónico de Escobedo y 9 de Octubre, en el centro de la urbe.

La edificación fue rematada por deudas de la masonería.

El libro Memorias autobiográficas de Ismael Pérez Pazmiño y otras voces rememora que la estructura, con grandes pilares y arcos en su diseño, albergó al Diario por 61 años hasta su traslado al nuevo edificio en el sur porteño.

Bajo las armadas tradicionales del antiguo templo masón fue instalada la redacción, que funcionó hasta 1993.

Desde noviembre de 1993, la redacción migró al predio amplio en la calle Domingo Comín, sur de Guayaquil.

En una nueva etapa de la edificación, y aún preservando su estructura, en febrero de 1999 se reinauguró lo que inicialmente era el templo masónico. Después de una remodelación dirigida por Carlos Pérez Barriga comenzó a funcionar la fundación El Universo, establecida para difundir conocimientos y capacitar a periodistas en todos los campos.

“Esto es parte de la historia de Guayaquil. Mis abuelos siempre decían: ‘Esto es una hermosura y esto lo deben conservar así pasen los años’”, manifiesta Luis Asencio.

Según el Sistema de Información del Patrimonio Cultural del Ecuador, la edificación conserva su identificación estilística neoclásica con tipología de templo griego.

Además, conserva su composición formal y mantiene ritmo arquitectónico y armonía.

“Con mis hermanos veníamos aquí; era un punto fijo de reunión, de tomarnos fotos. Esto es algo hermoso que debe perdurar otros 100 años más”, manifiesta Margarita Lucas.

La identidad de EL UNIVERSO a través de su edificio remueve añoranzas en quienes tomaron el centro de Guayaquil como su casa hace más de 50 años. Nelson Mendoza, salitreño, dice que caminar por el centro es mirar a lo lejos el hastial que sobresale entre los edificios.

“Tan hermoso, sublime y lleno de historia. Que donde nació EL UNIVERSO perdure siempre aquí”. (I)