Los ciudadanos de todas partes del mundo hoy en día interactúan con el espacio público urbano de una forma distinta, alineados a la tecnología, nuevas formas de trabajo y necesidades de bienestar y esparcimiento. Tener un ecosistema dinámico e innovador permite que las iniciativas locales, impulsadas por el sector público, privado y la academia, sirvan para generar nuevas oportunidades de crecimiento local o empezar una proyección, no solo nacional sino internacional.

Guayaquil, siendo el centro económico del Ecuador y comercial por naturaleza, no se queda atrás. Para generar nuevas oportunidades, Cristina Vinueza, gerente general de la Empresa Pública Municipal para la Gestión de la Innovación y la Competitividad de Guayaquil, ÉPICO, opina que el puerto principal debe transformarse y fomentar una cultura abierta al cambio que permita de forma resiliente adaptarse a las nuevas necesidades de los ciudadanos y del mundo.

Intervención valiosa de la academia

Para Leonardo Izquierdo Montoya, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Técnica Particular de Loja (UTPL), es necesario priorizar la innovación en la cooperación intersectorial, es decir que el sector público, el sector privado, la sociedad en general y la academia trabajen por un objetivo enfocado en la transformación de las ciudades, en este caso de Guayaquil y del resto de ciudades del país.

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Y es que la gestión del conocimiento no es unidireccional ni unisectorial, por el contrario, es el resultado de una coproducción de conocimiento que genera valor, por tanto, es exponencial a la realidad lineal. En este sentido, el rol de la universidad sería el gestar conocimiento, aplicar docencia que genere vinculación, y, sobre todo, facilitar la innovación transversal a los sectores y con ello llegar a alcanzar el desarrollo sostenible, “que ya no es tampoco unidimensional sino multidimensional y necesita de un desarrollo económico, cohesión social, respeto ambiental y fortaleza institucional, lo que va a permitir que tengamos el éxito adecuado”, asegura el experto de la UTPL.

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Bajo este parámetro, nace la importancia de preparar a los estudiantes en temáticas de emprendimiento. Por ejemplo, la Universidad Casa Grande (UCG) ofrece talleres a quienes tengan una idea de negocio. Al final de cuatro meses y medio de clases entregan una certificación del programa IMESUN (Inicie y Mejore Su Negocio), avalado por la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

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Mariela Ortega, directora de la unidad de emprendimiento de la UCS, explica además que todos los estudiantes que estén cursando el nivel de titulación de cualquiera de las carreras deben desarrollar un modelo de negocio con propuestas reales enfocadas en función de un problema o necesidad del entorno, que se puedan emprender a corto plazo.

El beneficio de que los estudiantes puedan tener acceso a estos conocimientos es que se reduce el índice de fracaso, aprenden a manejar variables económicas, hacer frente a imprevistos y formular emprendimientos sostenibles a largo plazo.

Mariela Ortega, directora de la unidad de emprendimiento de la Universidad Casa Grande

Hoy en día existe una gran oportunidad relacionada con los problemas medioambientales y el cambio climático. Izquierdo, de la UTPL, opina que con innovación e investigación se pueden desarrollar prototipados en la academia, soportarlos en la industria y explotarlos a través de parques científicos ubicados en los puertos de Guayaquil. “Así es mucho más sencillo poder generar exportaciones y un vínculo internacional. Ese podría ser el mecanismo de impacto en Guayaquil”, afirma.

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La cohesión de sectores en un mismo ecosistema puede generar transformación de territorios, algo que se evidencia a nivel internacional en países como Brasil, México, Estados Unidos y Alemania. Por ello, es momento de hacer esa unión y que cada uno de los sectores cumpla su verdadero rol. Coincide en este punto Aldo Arellano Ycaza, gerente de StartUpEcuador y cofundador de Invernadero Coworking, quien señala que en perspectiva el término “ecosistema”, que ahora se usa para negocios e innovación, viene del concepto ligado al desarrollo de biósfera, y esta última necesita estabilidad y constancia.

“Ningún bosque sostenible crece si durante un período corto se cultivan árboles, luego palmeras, plantas cortas, césped y finalmente se regresa a árboles. Vamos bien encaminados, necesitamos mantener aquel norte, crecer y pensar en el largo plazo”, expone Arellano.

Desde su experiencia como promotor del emprendimiento a través del curado de comunidades colaborativas, iniciativas de capacitación y embudos de aprendizaje, agrega que los emprendedores deben entender primordialmente que la apertura que constantemente buscan empieza por ellos. A lo largo de seis años de trayectoria ha visto consistentemente que los emprendedores más exitosos son quienes están dispuestos a ayudar o transmitir su experiencia de manera abierta hacia pares y colegas en desarrollo. Y que esta apertura regresa a ellos multiplicada. (I)

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