Las campanadas de llamado de auxilio retumbaban en el centro de Guayaquil. Los ciudadanos salían a ver el humo de las viviendas, un incendio amenazaba a familias porteñas. Allí decenas de bomberos voluntarios salían a empujar una máquina de sistema guimbalete de la compañía Salamandra, carrocería de tecnología europea adquirida por rifas para controlar los incendios en 1856.