En el corazón de la nueva imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que engalana la iglesia Catedral, está el nombre de Ecuador y debajo, el de Guayaquil.
En ella se destacan haces de luz que salen del corazón de Jesucristo, quien sostiene en sus manos al mundo. Uno de esos rayos cae en el nombre del país y en el del Puerto Principal.
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Este es el cambio más notable y más especial que Fabricio Valverde, pintor que se encargó de elaborar la obra, incluyó en este cuadro que rememora los 150 años de la Consagración del Ecuador al Sagrado Corazón.
La pintura, de poco más de un metro, está dentro de un marco de madera que tiene detalles propios de Guayaquil como su escudo y bandera.
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El artista, aunque no siguió exactamente el modelo de la imagen original -que fue pintada por Rafael Salas-, se mantuvo fiel a la composición.
Los cambios fueron sutiles en esta obra de arte sacro.
“La idea fue hacer una obra digna del espacio en el que estamos, que es la Catedral de Guayaquil, y que los feligreses puedan sentir que hay un mensaje en la imagen”, dice Valverde.
La técnica es óleo sobre lienzo y le tomó unos cinco meses al artista ya que cada capa debía secarse entre dos y tres semanas (graso sobre magro).
Se usaron las técnicas de la época, veladuras y capas, características de escuelas francesas.
Fabricio Valverde buscó en la pintura académica del siglo XIX todas las técnicas necesarias para poder reproducir la imagen.
Se usaron aceite de linaza y ciertas partes de trementina con las que se consiguió un efecto, técnicamente, agradable, asegura el pintor.
Para dedicar las cinco y seis horas al día al cuadro, Valverde optó por meditar y rezar todas las mañanas para entregarle ese día a Dios.
Para él este fue un trabajo de verdadero placer y privilegio ya que la imagen del Sagrado Corazón siempre estuvo presente en su familia a través de estampas, imágenes e incluso óleos.
Está obra fue un pedido del rector de la Catedral, el padre Francisco Sojos.
“Que todas las cosas me salgan lo más bellas posible y con el objetivo de que comuniquen la bondad, la piedad y todo el amor que puede haber en una obra sacra. Eso es lo que yo hacía, una preparación de muchos días previos y tratar de tener un pensamiento positivo”, relata.
Durante los meses que le tomó hacer la pintura aminoró sus raciones de comida e incluso se inclinó hacia la alimentación a base de frutas.
“Uno tiene que tener un pensamiento positivo y también ser congruente con lo que va a representar. Esa fue una de las preparaciones”, cuenta.
Este cuadro sería la segunda obra para la Catedral. La primera está en la cripta y es un retrato de pie del exarzobispo Juan Larrea Holguín.
Valverde tiene varios años desarrollando su trabajo en el ámbito del realismo y el arte religioso. En iglesias como la San Josemaría Escrivá y el santuario de Narcisa de Jesús se exhiben sus obras. Son más de 20 años de experiencia.
Durante el desarrollo de la pintura del Sagrado Corazón de Jesús modificó aspectos de la mirada, con una posición de los ojos más tierna y sublime.
Asimismo, se añadió suavidad a la barba y el corazón tiene una textura y una definición mayor a la del cuadro anterior. Tiene venas y válvulas que le dan realismo al cuadro.
En la piel también hizo un trabajo minucioso ya que la gama de tonalidades fue amplia. Usó amarillo, verde, rosa, naranja y tonos ocres en el cabello. El rojo primó en la capa.
Fabricio Valverde: 'Raíces de luz eterna' es una obra diferente, reflexiva y vanguardista
“Fue un verdadero desafío porque implicaba pintar como en aquella época, pintar como los antiguos pintores del siglo XIX. Fue un desafío enorme para un artista. Si uno está cerca de la obra y la observa, uno se va a dar cuenta de que hay una energía muy especial que se comunica”, afirma.
Durante este año, ocho réplicas de este cuadro serán las imágenes peregrinas que recorrerán las parroquias e instituciones de la ciudad.
En la Catedral, la imagen está colocada en los dípticos que detallan la agenda de celebración por los 150 años de consagración y también en estampas. (I)