Jorge Mejía tiene 39 años. Hace cinco años le tocó vivir los 15 días más duros de su vida, una lucha diaria en su casa contra el COVID-19, enfermedad infecciosa que acabó con la vida de su padre, cuatro tíos y un primo en la pandemia.
Un 16 de marzo de 2020, los sitios públicos de Guayaquil cerraban por completo por el COVID-19. En Ecuador se declaraba un estado de excepción que restringía la movilidad a solo lo indispensable. Aquella decisión que se pensó ser momentánea, aún sin imaginar la mortalidad del virus, terminó durando dos meses de cuarentena.
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Hoy, hace cinco años, empezaron los días más trágicos para el Puerto Principal de Ecuador, epicentro de los contagios del coronavirus en donde el índice de mortalidad llegó a ser tan alto que alcanzó un pico de 96 fallecimientos por día, el 30 de marzo del 2020.
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La gente moría en casas y hasta hubo cuerpos tirados en las calles de la ciudad. El virus que se generó en China y que la Organización Mundial de la Salud categorizó como pandemia, entró con fuerza en el país y desde marzo las cosas cambiaron. Cambiaron en Ecuador y el mundo.
Jorge recuerda que ante el anuncio de la cuarentena, los enviaron temprano de su trabajo, fue de inmediato a un supermercado a abastecerse para estar encerrado con su familia, pero sospecha que allí pudo haberse contagiado.
Él explica que los síntomas fueron inigualables a algún otro mal respiratorio en su vida: un dolor de cabeza que hacía presión desde el centro del cerebro, punzadas en el pecho, sudoración, pérdida de olfato y gusto, mucha ansiedad.
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No terminó en un hospital porque todos estaban llenos y en ninguno lo recibía. Su esposa, Pierina, que estaba embarazada, lo acompañó en el proceso dándole paracetamol, que fue lo único que le recetaron, y buena alimentación.
“Sentía como si me iba a dar un infarto, era horrible, tú sentías que llegaba tu hora”, recuerda Jorge, residente del sur de Guayaquil.
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Añadió que a pesar que pudo sobrevivir al COVID-19 ha sido muy difícil recuperarse a nivel emocional y también físico.
“La partida de mi papá, a causa del virus, siempre será un punto de quiebre en mi vida. Además mi salud también está frágil, cambió todo... me vi reducido en mis capacidades físicas, me canso y me agoto más, hasta podía respirar más, profundamente, pero ahora limitado y siento que me agito mucho”, dice él.
Otro caso fue el Gina, quien tuvo que crear una mini-UCI en su dormitorio para poder sobrevivir a los estragos del virus, incluso con la utilización de tanques de oxígeno para poder sobrevivir.
Ella recuerda que jamás sintió una enfermedad tan desgastante, bajó muchísimo de peso, fiebre intensa, no podía respirar.
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Asimismo, Mariana, quien llevó a su papá con COVID-19 al hospital del Guasmo, se despidió de él en la emergencia cuando ella también estaba infectada, pero le pidieron salir, los médicos le dijeron que iban a hacer lo posible por su padre, horas después le indicaron que había fallecido.
“Pudimos retirar el cuerpo, pero fue horrible, no le deseo este dolor a nadie, lo que vivimos fue de película de terror, poco a poco hemos tratado de superar esto como familia, pero duele mucho”, lamenta ella.
Hubo familias que medio de la peor crisis no pudieron despedirse de sus parientes cercanos, porque fueron sepultados de inmediato, casi en solitario. María perdió a dos de sus hermanos en cuestión de semanas. Murieron en sus casas porque los hospitales estaban llenos.
Solo se enteró por teléfono del deceso de ellos tras días de agonía, encerrados en sus habitaciones. Las enfermedades preexistentes complicaron sus cuadros y no resistieron. Solo cuando la situación se comenzó a estabilizar los pudo visitar en los cementerios en los que fueron sepultados.
Aún en la familia se siente la ausencia de esos hermanos que se fueron en medio de una pandemia.
Un alivio tres años después
El 11 de mayo de 2023, el COE nacional anunció que Ecuador se sumaba a la decisión de la OMS de dar fin la emergencia sanitaria por COVID-19 luego de tres años de lucha. Esto luego de varios estudios en que se evidenciaba un alto nivel de inmunidad, abastecimiento de vacunas y medicamentos para contrarrestar algún contagio.
El doctor Alberto Campodónico, quien atendió a cientos de pacientes con COVID-19 en la UCI de la clínica Kennedy, expresa que fue un panorama desolador, que con el pasar de los años el COVID-19 ha variado de sintomatología y que su mortalidad ahora es muy leve.
Ecuador registró aproximadamente más de un millón de casos de COVID-19 y unos 36.000 fallecidos, según registros internacionales como Coronavirus Tracker hasta inicios del 2023.
Este Diario solicitó al Ministerio de Salud Pública un informe actualizado de los casos de COVID-19 hasta este 2025, el pasado 26 de febrero, sin embargo, hasta el cierre de este reporte, no hubo ninguna respuesta. (I)