En un aparato semejante a un tridente que sirve como una especie de base, dos personas colocan cohetes —muy parecidos a los usados en las festividades de fin de año— que sirven para dispersar a un grupo de aves asentadas en las inmediaciones del islote El Palmar, en el río Guayas.

Esta no es una actividad nueva, ya que la realizaron durante 2022 y 2023, de forma aleatoria, como una de las acciones que recomendaron especialistas canadienses para mitigar la sobrepoblación de aves en el área de aproximación del aeropuerto de Guayaquil, el José Joaquín de Olmedo.

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En 2022 se presentaron incidentes con aves en Guayaquil, lo que derivó en la notificación de peligro aviario. Sobre los playones hacia el norte y en el islote El Palmar pernoctaban hasta 2022 unas 20.000 aves, que a la fecha se han reducido a 2.000, aproximadamente, por las acciones ejecutadas.

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La pirotecnia importada es manipulada por dos personas en al menos tres puntos diferentes del islote. Los cohetes tienen poco alcance, gran ruido y luminosidad, factores que espantan a las aves que llegan a descansar y alimentarse.

El personal encargado de encender los explosivos se coloca guantes y procede a encender los cohetes con una fosforera.

La pirotecnia usada tiene poco alcance, gran ruido y luminosidad, para dispersar las aves que en su mayoría son patillos. Foto: Priscilla Alvarado Cáceres

Luego de un par de segundos, el explosivo detona y el estruendo ahuyenta a las aves, patillos en su mayoría, que se asientan en las inmediaciones del islote. En el cielo se puede divisar, de forma inmediata, cómo el sonido provoca que las aves migren hacia la zona este y así se evite que se dispersen hacia el área de aproximación de la terminal aérea.

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Todo la acción es coordinada con la Torre de Control de la ciudad. Unas doce docenas de pirotecnia se detonan en las intervenciones semanales.

Un grupo de al menos quince personas forma parte de la comitiva que al menos una vez por semana visita El Palmar e isla Celeste para realizar el procedimiento, que toma unas dos horas. El grupo está conformado por funcionarios del Ministerio del Ambiente, Dirección General de Aviación Civil y Tagsa.

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El personal sale desde el muelle ubicado a la altura de la calle Tomás Martínez, en el Malecón Simón Bolívar, y viaja hasta El Palmar en lancha. El viaje toma unos quince minutos.

El sonido de la pirotecnia espanta la población de aves sobre los playones. Foto: Priscilla Alvarado Cáceres

Al llegar al sitio suben por una zona fangosa sujetados de un cabo y caminan otros diez minutos hasta el primer punto, en donde se detona la pirotecnia, específica para la acción por ejecutarse.

El subdirector de Aviación Civil del Litoral, Hernán Carrera, quien lideró una de las misiones a la isla este viernes, 19 de enero, explicó que no existen días específicos para el uso de la pirotecnia para dispersar a las aves; más bien se vigila cuando hay una mayor presencia de ellas.

La presencia de los animales se monitorea a través de cámaras ubicadas en diferentes puntos del islote.

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Lo que se busca con esta acción (el uso de pirotecnia) es que no se registren impactos de las aves con las aeronaves, señaló Carrera. En 2023, se registraron al menos 23 percances relacionados con la presencia de aves.

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Desde la DGAC se explicó que el islote El Palmar y el playón que se forma cuando baja la marea está a 1,3 kilómetros del centro de la pista del aeropuerto. En esta zona se concentra la mayor parte de la población de aves.

Por ello, Carrera indicó que solicitó una reunión con la prefecta del Guayas para delinear acciones respecto al dragado que ya se está ejecutando y que, bien enfocado, podría disminuir los playones que se forman y dan espacio al asentamiento de las aves.

Además de la pirotecnia, otra de las acciones que se pudieran emplear es la emisión de sonidos parecidos al de las aves rapaces. De esta manera también se dispersaría la bandada de patillos que llega hacia la zona norte de El Palmar. (I)