Algunos recién habían regresado a la oficina después de almorzar, otros estaban en reuniones y unos pocos atendían una capacitación. Pasadas las 13:30 del último lunes, la rutina se vio afectada cuando decenas de personas en el edificio Las Cámaras, en el norte, se enteraron de que se hallaban en medio de un incendio.

Algunos de los testigos aseguran que escucharon una alarma alertando sobre el hecho; otros, en cambio, dicen que nunca escucharon nada. Pero las versiones no varían al asegurar que las oficinas y pasillos se llenaron de humo negro y denso.

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La desesperación se empezó a sentir en todos los pisos. Los hombres usaron sillas para romper los vidrios que recubren la edificación, eso evitó que las víctimas por asfixia fueran más de las 25 registradas.

A las 13:45, el cabo de policía Jairo León, quien estaba en la Unidad de Policía Comunitaria (UPC) ubicada a una cuadra y media del edificio, escuchó entre los transeúntes que había humo. Él y otros dos motorizados fueron los primeros en llegar y ver que algunas de las ventanas ya estaban rotas.

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León se reportó a la central policial para pedir que otros compañeros llevaran equipos logísticos para ayudar a la evacuación. En esos momentos, Jackeline Alvarado, de 52 años y empleada de la Cámara de Industrias, trataba de escapar por entre los vidrios rotos, pero en su intento desesperado resbaló y cayó desde el cuarto piso. Por el impacto, falleció.

“La gente estaba queriéndose lanzar por la ventana y en ese momento les indicamos que no se lanzaran; ya había caído la mujer, y una señora que tenía a una menor de edad en los brazos la quería botar”, dice el policía Ronald Silva, quien llegó en moto y ayudó a socorrer a cuatro personas antes de que arribaran los bomberos.

León le pidió a otros uniformados que desde el UPC cercano al centro comercial San Marino trajeran sábanas y edredones para crear un soporte que amortiguara las caídas.

Cuando los cubrecamas llegaron, los unieron entre sí y bajo ellos colocaron unas maletas que estaban en una oficina para así suavizar cualquier golpe. “En ese momento hubo una humarada que salió y solo vimos a la niña que venía cayendo, ahí pusimos las sábanas y cayó”, comenta Silva, quien agrega que unos hombres querían ser los siguientes en lanzarse, pero él les dijo que primero dejaran bajar a Paola Flores, de 31 años, quien tenía siete meses de embarazo. Estaba agarrada de una de las ventanas rotas y gritaba que se estaba asfixiando.

Los policías le dijeron que se sostuviera de una manguera, pero se cansó y resbaló. “La señora cayó como parada, yo la traté de aguantar, pero venía en recto, no acostada; yo la agarré y nos caímos. Se golpeó como en la cadera, yo traté de sacarla del lugar”, explica Silva, quien asegura que se cortó los brazos al caer con la mujer. Sin embargo, esta ayuda no evitó que Paola perdiera a su primogénita al llegar a la clínica Kennedy.

Luego, dos hombres también bajaron cogidos de la manguera y soportados por las sábanas.

Cuando descendieron las cuatro personas llegaron los bomberos con 50 motobombas; además, dos helicópteros de la Fuerza Aérea y dos de Aeropolicial, con los cuales se evacuó a algunos de los afectados y se ayudó a ingresar a seis bomberos al interior del edificio.

El cadáver de Estefanía Briones, de 28 años, fue encontrado por los equipos de socorro en el cuarto piso. Al parecer la joven murió por asfixia.

El jefe de la Policía Judicial del Guayas, Marcelo Tobar, indicó ayer que tras la intervención de los rescatistas el edificio “está obsoleto, inhabilitado, inundado y no brinda las seguridades para desplegar ninguna actividad profesional. Los administradores tendrán que tomar las medidas para restaurar las partes afectadas. Se puede laborar en la torre B, pero en la A no se puede ingresar”, manifestó.