Jorge Martillo Monserrate
.- Recuerdo que ese lunes, después del aguacero las calles parecían espejos. Caminaba por la ciudad y vi mi reflejo temblando en esos charcos. Ese día como siempre después de la lluvia, salieron de sus guaridas los personajes callejeros. Entre ellos, un puñado de ancianas que pueblan las aceras céntricas de Guayaquil.