Convertido en uno de los íconos de la patria no solo por su piadosa vida cristiana que lo llevó a los altares en 1984, sino por su fecunda labor de maestro, académico y autor de textos de enseñanza, la comunidad ecuatoriana mantiene vigente la memoria del santo Hermano Miguel, quien falleció el 9 de febrero de 1910 en Premiá de Mar (Barcelona, España).
Francisco Febres Cordero Muñoz, el santo Hermano Miguel, nació en Cuenca en noviembre de 1854. Estudió con los Hermanos Cristianos, institución que pasó a integrar; durante 37 años fue maestro de clases inferiores, catequista, procurador, director de la comunidad y escuela de El Cebollar. Ayudó al mejoramiento de la enseñanza con textos de su producción y realizó traducciones, historias sagradas, devocionarios, etcétera.
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En 1892 la Academia Ecuatoriana de la Lengua lo incorporó como miembro. En 1907 viajó a París y Bruselas para preparar otros libros, pero su salud desmejoró y falleció. El santo hablaba italiano, inglés, alemán y latín.
Los restos del hermano Miguel llegaron a Quito en 1937. El gobierno del Ecuador en consideración a su aleccionadora obra de preceptor lo declaró Modelo de Maestros en 1977. También es patrono de la Educación Cristiana en Ecuador. Existen centros educativos, monumentos y calles que perpetúan su nombre y su obra; antologías literarias y compendios biográficos lo citan.