En la época de la  proliferación de los secuestros de aviones comerciales el Ecuador no fue la excepción, pues  el domingo 19 de enero de 1969, el  turbo-hélice Electra 2, matrícula HC-AMS, de Ecuatoriana de Aviación, corrió igual suerte.

Bajo amenazas de muerte, cinco jóvenes armados –aunque después se sostuvo que eran 16– lo desviaron a Cuba  en medio del natural temor de los 77 pasajeros y 8 tripulantes.

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El aparato llegó a Guayaquil a las 08:30 desde Miami en tránsito a Quito, Panamá y finalmente Miami, pero tal periplo quedó inconcluso y terminó en la noche en Cuba, tras la dramática escala en el aeropuerto de Soledad, cerca de Barranquilla, Colombia.

Era capitán R. Dean  Ricker y entre los pasajeros hubo  extranjeros y ecuatorianos como el gerente de esa línea de transporte, Simón Uribe; Armando Espinel Elizalde,  entonces secretario general de la administración del presidente José María Velasco Ibarra; y Edwin Patzel, biólogo y profesor.

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También iban a bordo Graciela Pesántez de Duarte, cónyuge del subsecretario  de Finanzas, Ángel Duarte Valverde, y sus hijos María de los Ángeles, Ángel Isaac y Priscilla Duarte Pesántez;   Luis Vernaza Robles, subdirector de la Junta de Beneficencia, entre otros.

Declarado en emergencia, recién a las 12:05  se supo  su aterrizaje en suelo colombiano y se confirmó el secuestro. Igualmente se conocieron las exigencias de los ‘piratas’,   la reanudación del vuelo al cabo de tres horas de incertidumbre y el arribo a las 18:27 al aeropuerto Rancho Boyeros, de La Habana, capital cubana.

Ese domingo 19 de enero, los ejemplares de Diario EL UNIVERSO y  El Telégrafo  no llegaron a Quito, pues forzadamente tomaron rumbo a Cuba en el avión secuestrado.