Al repasar los pormenores de la jornada del 9 de noviembre de 1820 en el sitio Camino Real, se confirma que gracias a la victoria lograda por los patriotas de la División Protectora de Quito, que se formó en esta ciudad apenas triunfó la revolución octubrina, Guayaquil aseguró su independencia y sus líderes pudieron trabajar con mayor seguridad en otros aspectos que dieron a la gesta  el valor de ejemplar y gestora de promisorios días para la entonces Presidencia de Quito y al futuro estado ecuatoriano.

Inmediatamente del 9 de octubre de 1820, sus  líderes organizaron la División Protectora de Quito, para ir al interior de la Presidencia y alejar todo  intento hispano  contra  la victoriosa jornada y también para ayudar a los pueblos hermanos que de inmediato secundaron la hazaña del Puerto Principal.  Luis Urdaneta y León de Febres-Cordero fueron los primeros jefes de la División, que se integró con los repartos asentados en Guayaquil al tiempo de su independencia. Tales tropas debidamente depuradas se incrementaron con voluntarios y otros curtidos militares leales a la causa nacionalista.

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Conocedores de que unos 300 realistas al mando de Antonio Forminaya se movilizaron desde Quito y otros puntos para alcanzar Guayaquil y desarticular sus fuerzas, Urdaneta y Febres-Cordero aceleraron planes y pusieron en marcha a su gente en los primeros días de noviembre. La proximidad de la época lluviosa asimismo  motivó que los jefes patriotas actuaran con celeridad.  Pronto estuvieron en Babahoyo y allí se les unió otra compañía de voluntarios.

Sin perder tiempo nuestras tropas siguieron el viaje y tomaron la dirección a la serranía por la ruta de Balsapamba; ellos sabían que el enemigo se movilizaba en los alrededores del punto Camino Real en el trayecto a Guaranda, adonde efectivamente llegó Forminaya el 28 de octubre y topó Bilován el lunes 30 de ese mes. 

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Marcha incesante
En su viaje para ascender la cordillera, los patriotas toparon el domingo 5 de noviembre con Sabaneta (cercano a la actual Montalvo, Los Ríos), punto en el que apareció el cura Francisco Benavides, simpatizante de los realistas, quien solicitó a Urdaneta para que lo deje avanzar a Guayaquil para entregar una comunicación del Cabildo de Guaranda a los jefes del Gobierno guayaquileño. El pedido de Benavides no encontró respuesta y tuvo que dar marcha atrás.

El lunes 6 la División reanudó la caminata, pasó  por Balsapamba y llegó  al Tambo obligado de Angas, al pie de la cordillera de Chimbo, por descanso y provisiones,  además de revisar planes inmediatos. El martes 7 fue de asueto para la tropa, mientras los jefes estudiaban sus tácticas. El miércoles 8 cuando las escuadras se disponían a cumplir con las consignas de sus primeros oficiales fue cuando, luego de vencer muchísimos peligros, apareció la joven Josefina Barba, novia de Pedro Tovar, alistado en las tropas nacionalistas junto con otro hermano.

La valiente muchacha había salido desde las propiedades agrícolas de su padre en Bilován para alertar a su compañero y por ende a la División Protectora de Quito. Josefina narró detalladamente la posición de las huestes realistas, los pasos cumplidos y por realizar bajo la jefatura de Forminaya, huésped en la hacienda de los Barba.

El fiero combate
Prevenidos de un inminente percance gracias a la actitud heroica y patriótica de Josefina Barba, los jefes Urdaneta y Febres-Cordero pusieron en práctica una audaz maniobra que les aseguró la victoria total a pesar de las posiciones ventajosas que tenían las escuadras realistas en los alrededores de Camino Real. Otro aporte determinante fue el que dieron los hermanos Tovar, que por su actividad de arrieros y comerciantes conocían la topografía de la zona y aquello sirvió para orientar el avance  patriota y llevarlo al triunfo.

Al promediar el mediodía del memorable 9 de noviembre de 1820 la contienda se generalizó. Y mientras Urdaneta hacía frente a los realistas obligándolos a perseguirlo, Febres-Cordero aprovechaba la situación para atacar por la retaguardia avanzando desde El Salto, en una precisa estrategia envolvente con apoyo del grupo que salía de Sandalán. Los planes que pusieron en práctica los patriotas causaron el pánico y el  desbande de los monárquicos, en tanto que desafiando un terreno dificultoso los hombres de la División Protectora de Quito recurrieron a la bayoneta calada y el fuego graneado para cruzar las posiciones enemigas y finalmente vencer al ejército de Forminaya.

En septiembre de 1985 el Congreso de la República declaró al sitio de Camino Real como Monumento Cívico Nacional y así se valoró en su verdadera dimensión la importancia que ese episodio bélico reviste en la historia de nuestro país. De igual se declaró el 9 de noviembre de cada año como Día de Conmemoración Nacional, mediante la resolución del 14 de mayo de 1991.