Similar a lo que todavía ocurre con los grillos que con las primeras lluvias de diciembre o enero aparecen en las calles de Guayaquil e invaden aceras, casas y edificios cercanos a los postes que revolotean atraídos por la intensidad de la luz, el insecto al que la voz popular bautizó como ‘tarantantán’ también llegaba con alguna precisión en mayo y servía para indicar el comienzo de la estación seca (verano).