Los aguaceros caídos sobre la ciudad, más la falta de alcantarillado causan problemas a unas 65 familias.
Mientras en la cooperativa Esmeraldas Chiquita (Guasmo Sur) cinco familias, de las 23 que perdieron sus viviendas en el estero, recibieron ayer las casas de Hogar de Cristo que el Municipio les ofreció, en Flor de Bastión (norte) el panorama se tornó incierto para 30 familias que en la noche del lunes perdieron sus viviendas.
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Ellos prácticamente se quedaron con lo que cargaban puesto. Los habitantes de los bloques 15, 16 y 17 de Flor de Bastión fueron víctimas de la inundación que arrasó con sus casas y el sacrificio que hicieron para adquirir sus pertenencias.
Domitila España, de 53 años, es una de las damnificadas y la noche del lunes pasó en casa de Ángel Torres, su vecino.
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España comentó que a las 18h30 del pasado lunes el cielo se oscureció como premonición de la desgracia que estaba a punto de suceder.
No transcurrieron ni 10 minutos y el agua –que bajaba de los cerros– inundó los citados bloques. Las manzanas más afectadas del bloque 17 fueron la 1231 y 1232.
Édison Baque, de 45 años, mencionó que el agua llegó del estero Los Mangos que está ubicado en la cooperativa Valerio Estacio, etapa II.
La familia Pinela Martínez recibió asilo en la iglesia evangélica del sector. Ellos también vieron cómo a su casa se la llevaba el agua sin que pudieran hacer nada, pues de intentarlo la corriente se los hubiera llevado consigo.
Algunos animales domésticos (perros, gallinas y hasta cerdos) perecieron en las correntosas aguas.
Édgar Cedeño, de 14 años, quien se salvó de morir ahogado al igual que Michael Baque, de 7 años, lamenta haber perdido a su mascota.
Liliana Pinela, José Loor, Betty Zamora, Geomaira Valero, Máximo Baque, entre otros, refieren que el relleno que el Municipio hizo el año pasado –en vez de beneficiarlos– los perjudicó, porque los canales de desagüe quedaron tapados y por eso –dicen– por primera vez este sector se inunda en esa magnitud.
En el bloque 3 de El Fortín, de la manzana 25 a la 29, varias familias también perdieron sus viviendas, entre ellas la de Manuel Micolta, de 41 años. La vivienda de él era del Hogar de Cristo y todavía no la terminaba de pagar.
También dos personas están desaparecidas.