En los primeros días de mayo de 1955 llegó a tierra guayaquileña el cadáver de la noboleña Narcisa de Jesús Martillo Morán, quien murió en olor de santidad el 8 de diciembre de 1869, en el convento de Nuestra señora del Patrocinio de Lima, Perú.

El cadáver de la beata ecuatoriana permaneció en un cofre en la iglesia de La Inmaculada, ubicada en Manabí entre Pío Montúfar y Guaranda, hasta el 9 de mayo del mismo año, en que fue trasladado hasta el templo de San José de los padres jesuitas, en Eloy Alfaro y Manabí.

Publicidad

En torno al rito exequial, EL UNIVERSO dijo el 10 de mayo: “El traslado se efectuó desde la Capilla del Carmen, con acompañamiento de familiares y fieles que lo hicieron como si se tratase del cadáver de cualquier persona, debiendo abstenerse o exteriorizar actos señalados para el culto correspondiente a los santos”.

Se conoce además que antes de ser depositado el cadáver de Narcisa de Jesús en la cripta del altar mayor de la iglesia de San José, hubo una misa solemne oficiada por los padres Carlos Ribadeneira, César Núñez y Luis Castro.

Publicidad

Debido a la multitud de feligreses y curiosos que llegaron a San José para ver a Narcisa, el superior de los jesuitas, Luis Mancero Villagómez, tuvo que pedir orden a la concurrencia.

Para ese año se dijo además que “el acto careció  de pompa, ya que no  obstante creerse se trata de una santa, según el consenso público, la Iglesia Católica no conoce aún del proceso que pudiera instaurarse hacia su beatificación y canonización”.

El cadáver de Narcisa de Jesús Martillo Morán permaneció algunos años en la iglesia de San José de esta ciudad y recibió la visita de miles de creyentes de distintos lugares del país e incluso del extranjero,  hasta que fue trasladado a su tierra natal Nobol.  El papa Juan Pablo II la beatificó en la plaza de San Pedro, el domingo 25 de octubre de 1992.