Tonje y Oddvar Bjerkreim se dedicarán al trabajo social durante los próximos
cuatro años.
En la ciudadela Los Ceibos está la casa de la Alianza Noruega de Guayaquil. En su terraza se observa a jóvenes, en su mayoría rubios y de ojos claros. Son voluntarios de la Misión Alianza que vienen por cuenta propia y se quedan generalmente entre tres y seis meses en Guayaquil.
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También hay tres familias noruegas que residen ahí más tiempo. Entre ellas está la de Tonje y Oddvar Bjerkreim, que arribaron hace un mes a Guayaquil con su hija Anna (de 4 meses).
El propósito de Tonje y Oddvar de 29 y 28 años, respectivamente, es quedarse por cuatro años, afirman.
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Ahora ellos fueron enviados Cuenca, donde aprenden el idioma español. Están en el periodo de adaptación, que la Alianza Noruega prevé es de seis meses para sus misioneros. En este lapso deberán acostumbrarse a la comida y al sistema de trabajo de los ecuatorianos.
Para Tonje y Oddvar, Ecuador constituye su primera experiencia de vida fuera de su país. En septiembre del 2003, ellos hicieron contacto con la Alianza, pero la idea de un proyecto de trabajo social nació hace dos años, cuando la pareja ganó en una lotería noruega un viaje a Ecuador.
Más que vacaciones simples, este viaje de tres semanas tuvo grandes consecuencias en sus vidas. De su temporada en Guayaquil, volvieron a Noruega con imágenes de los paisajes y del exotismo ecuatoriano en la cabeza, pero también con la idea de formar parte del proyecto de la Alianza Noruega. “Vimos el nivel de pobreza y pensamos que talvez podríamos pasar algunos años con la gente aquí. Tenemos vidas tan buenas en Noruega, queríamos ayudar a los otros” explica Tonje.
Agrega que de su estadía anterior en el país se fueron “muy impresionados con el trabajo de la Misión Alianza, que ayuda a la gente a conseguir un nuevo impulso en sus vidas y ganar esperanza por el futuro”.
Profesores de Biblia en una escuela noruega y diaconía en una iglesia, Oddvar y Tonje dejaron a sus familias y amigos para instalarse con su hija en Guayaquil. En Noruega siguieron cursos de desarrollo, diaconía, historia, entre otros. Sin embargo, admiten no conocer mucho de la cultura ecuatoriana.
Su labor en Guayaquil será facilitar el aprendizaje de los nacionales en las escuelas e iglesias con que la Alianza coopera. No dirigirán proyectos, serán consejeros, destaca Oddvar.
Sostiene también que serán intermediarios entre Ecuador y Noruega y explica que el 80% de los recursos económicos de la organización de ayuda social proviene del gobierno y de la iglesia de su país.
El otro 20% proviene de donantes ecuatorianos. La Alianza impulsa la visita de sus colaboradores a los proyectos, a fin de que se conozca la obra.
La labor
Estos proyectos se resumen en tres líneas de acción: educación, iglesias y niños discapacitados. El director ecuatoriano de la Alianza Noruega, Roberto Falquez, explica cómo “una parte del trabajo de la organización es capacitar a los padres de niños especiales para que ellos se conviertan en terapistas, pero también para que acepten a una situación que no condena al ser humano ni lo hace inferior”.
Los equipos de trabajo de la Alianza tratan de curar personas heridas en su autoestima, insiste.
Retomando el diálogo respecto a la labor de los noruegos en el país, Falquez refiere que ellos se adaptan muy rápido, pues vienen con mucho deseo de ayudar.
Tonje y Oddvar consideran que tienen un futuro lleno de retos en Guayaquil.
“Pero me siento privilegiado de vivir este tipo de experiencia”, manifiesta Oddvar mientras sonríe.
Tonje reconoce tener dificultades en los cursos de idioma. “Podemos estar frustrados por esto, pero es ante todo muy interesante”, completa.
Dentro de dos años, según el contrato de la Alianza, pueden regresar a su país por dos meses de vacaciones y para que su hija pueda conocer a su familia.
Tonje y Oddvar revelan que también permanecerán en Ecuador por su hija. Agregan que quieren que aprenda que “todos somos iguales”.
Roberto Falquez, coincide en que el trabajo social lleva a ese aprendizaje. “Yo podría estar en estas casas pobres, solamente que me tocó estar en otra. Pero no tenemos que olvidar que socialmente tenemos una responsabilidad”, indica el ecuatoriano que dirige un ente extranjero.