<strong>Serenatas de antaño</strong>La adopción de la costumbre en nuestro medio ocurrió al introducirse la guitarra, pues las coplas y el instrumento llegaron aquí con los conquistadores.Entre 1564 y 1571 (siglo XVI), junto a los instrumentos nativos, los indígenas pusieron la guitarra, que vino con Fernando de Santillán, primer presidente de la Audiencia de Quito.La manifestación del cancionero popular, el ingenio de las coplas, los bailes europeos, la celebración de las fiestas patronales (Rosas, Mercedes, Cármenes, Juanitas) , etcétera, ayudaron a la difusión de las serenatas.La llegada de los automóviles a Guayaquil a comienzos del siglo XX, facilitó la contratación de las serenatas y la conducción de los ‘lagarteros’ a los barrios por donde no pasaban los carros urbanos halados por mulas y después los tranvías eléctricos.La tradición de las serenatas al pie del balcón de una dama enamorada se cumplía con los trovadores de los años 20 y 30, como Enrique Ibáñez, Nicasio Safadi, Carlos Silva Pareja, Alberto Guillén Navarro, Gonzalo Vera Santos, Armando Pibe Aráuz, hermanos Mario y Lucas Montecel, entre otros.Aunque sin la profusión de antes la costumbre de llevar serenatas a novias, esposas, amigos todavía está vigente en nuestro querido Guayaquil.<strong><em>Adaptación de Serenatas de antaño , por Hugo Delgado Cepeda, tradicionista guayaquileño.<br /></em></strong>