Pero cuando se trata de comerlo fuera del seno familiar prefieren el asadero de pollos Barcelona, ubicado en Sucre y 609 y Boyacá –en el centro de la ciudad– que, desde hace tres décadas, se ha convertido en un lugar tradicional de la sazón guayaquileña.

Su propietario Ángel Encalada se encarga personalmente de comprobar la buena preparación del aguado con las vísceras: el hígado, molleja, corazón; pescuezo y patas.

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También ofrece el caldo de presas con cadera, pechuga, muslos o alas, a lo que se suma la porción de patacones.

La sazón manabita es la característica en el asadero Encanto, situado en las avenidas Gabriel Roldós e Isidro Ayora, en Sauces 8.

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El dueño del local, Eduardo Bravo, oriundo de la costa norte de Pedernales, en Manabí, hace una década descubrió que a los guayaquileños y residentes en esta ciudad les encanta el aguado de pollo.

Su esposa, Margarita Moreira de Bravo, está sorprendida porque los fines de semana se venden ollas enteras a cualquier hora del día.

La mayoría de negocios que expenden el aguado de pollo se dedica a la venta de pollo asado a la brasa. Una vez que comercializan la carne cocinada aprovechan las vísceras para utilizarlas en el caldo.

Ese es el caso del asadero El Puma, uno de los sitios más conocidos y concurridos en la zona sur de la ciudad y que está situado en Gómez Rendón y García Moreno.

El restaurante Clarita, en Alcedo y Los Ríos, oferta el plato con menudencias a $ 0.65, por lo que tiene un gran número de comensales.