En medio del manglar surgió la muestra de fe más grande de los católicos guayaquileños.

Unos 600 mil católicos se congregan cada Viernes Santo para participar en la procesión del Cristo del Consuelo, calificada como la más grande de Ecuador.

Sociólogos, antropólogos y otros expertos explican de diversas formas este fenómeno de masas; sin embargo, para los creyentes la razón es solo una: fe en Dios y en Jesucristo, su único hijo.

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La iglesia del Cristo del Consuelo está situada en el Suburbio Oeste de Guayaquil, en las calles Lizardo García y la A, donde se venera la imagen.

La multitudinaria procesión del Viernes Santo comenzó en los primeros años de la década del 60 del pasado siglo. Salía de la pequeña iglesia de caña construida sobre el lodo del manglar que había en aquella época.

Posteriormente, el viejo templo de madera se reemplazó por una amplia y moderna construcción de cemento, donde permanece la conocida imagen.
Lisiados que lograron mover sus brazos y piernas, mudos que hablaron, ciegos que recuperaron la visión, enfermos incurables que sanaron, desempleados que consiguieron trabajo son algunos de los milagros que se le atribuyen a Jesucristo.

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La creación de la parroquia eclesiástica Cristo del Consuelo es obra del sacerdote claretiano Gerardo Villegas, colombiano de 74 años que llegó al Ecuador en 1957.  El prelado destacó que la confianza es a Jesucristo. “La gente le pone mucha fe a Él, no a la imagen”.

La devoción a esta advocación del Hijo de Dios no es solamente en la Semana Santa sino durante todo el año. Esto lo comprobamos el pasado fin de semana, cuando decenas de personas llegaron al templo a orar en silencio y a tocar los pies de la imagen.

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De los milagros atribuidos al patrono de la parroquia da testimonio Segundo Moncayo, un enjuto y arrugado hombre de 84 años que comentó  que en su juventud fue seminarista.

La primera iglesia de caña y las peripecias del padre Villegas para financiar la construcción del nuevo templo recordó Hilda Morán Pisco, de 71 años, quien agregó que asiste a misa todos los domingos. “Vengo desde mi casita ubicada en la Décima y Segundo callejón Sedalana”, anotó.

Hilda, Segundo y otros devotos destacaron que pedir un milagro es parte de la vida, ya que “todos necesitamos ayuda para superar un problema o  conseguir algo material”.

Jacinto Loor, de 38 años, es otro de sus devotos, quien regularmente asiste a la misa dominical y a las procesiones del Viernes Santo.

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Loor aseguró que tiene mucho que agradecer a la Divina Providencia.
Otro caso es el de Rafael Arízaga, de  63 años, quien expresó que desde hace 40   visita la iglesia para agradecer a Cristo el milagro de salvarle su pierna izquierda, que quedó atrapada y destrozada por la carrocería del volquete que conducía, luego de sufrir un accidente.
 
Crisis económica y religiosidad van de la mano, aseguran  sociólogos, lo cierto es que la fe en el Cristo del Consuelo aumentó con el paso de los años y hoy esta iglesia es un referente de la identidad de los guayaquileños.