Cuando la URSS se desbarató, los antiguos burócratas de la llamada Nomenklatura se quedaron con los despojos y se convirtieron en oligarcas. Unos se quedaron con el petróleo, otros con el gas, otros con los trenes, las minas, las fábricas, los hoteles, la tierra... y repúblicas enteras. Hoy esos oligarcas se cuentan entre los personajes más ricos del mundo. Yevgueni Prigozhin es uno de ellos.

Qué es el Grupo Wagner, el cuerpo de mercenarios de Rusia en Ucrania (y cómo opera)

Una de las primeras empresas que creó Prigozhin fue la proveedora de catering para el Ejército ruso. Pero no solo cocinaba el rancho para millones de soldados; también tenía muy buenos restaurantes en San Petersburgo y Moscú, y era contratado por el Kremlin para dar de comer a Vladimir Putin y sus invitados; por eso se lo conoce también como el chef de Putin. Le alcanzó con conocer el estado calamitoso del Ejército para que se le ocurriera la idea de fundar uno privado y ofrecer sus servicios a Putin. Así creó el grupo Wagner, que consiguió sus primeros contratos en la guerra separatista del Dombás en 2014. Luego los soldados de Wagner fueron protagonistas de unas cuantas intervenciones rusas en Medio Oriente y África, y hasta se los puede ver en Venezuela cuidándolo a Nicolás Maduro. Prigozhin conoce también las cárceles rusas porque estuvo trece años preso por delitos de robo, fraude y uso de adolescentes para cometer delitos. Para pelear en Ucrania se le ocurrió engrosar las filas de Wagner con presos, para quienes consiguió la libertad si peleaban durante seis meses.

Hasta el pasado 24 de junio han sido los mercenarios de Wagner quienes hacían el mayor esfuerzo bélico en Ucrania...

Hasta el pasado 24 de junio han sido los mercenarios de Wagner quienes hacían el mayor esfuerzo bélico en Ucrania (entre muertos y heridos cuentan ya con unas 20.000 bajas). Pero la misma corrupción del Ejército que le abrió la ventana para los negocios fue su perdición: nada funciona, todos roban, nada llega a destino. A los mercenarios había que abastecerlos de equipos y municiones desde un Ejército corrompido, que no tiene ganas de luchar y que envidia los sueldos, los éxitos y hasta la pinta de los mercenarios. Hace apenas dos semanas, Prigozhin y unos 25.000 mercenarios se amotinaron contra Putin, tomaron la ciudad de Rostov y avanzaron hacia Moscú, dicen que con la idea de mostrarles cómo se gana una guerra. Putin y Prigozhin pactaron la paz el domingo 25 gracias a la intervención urgente del dictador de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, que les dio asilo en su país.

Lukashenko tuvo que soportar media hora de palabrotas al negociar con el jefe del grupo Wagner para frenar la rebelión contra Putin

Rusia tiene el segundo Ejército más numeroso del mundo, pero eso no sirve para nada si no hay amor a la patria, y como consecuencia, hambre de victoria, honestidad, trabajo y orden, que privan sobre la corrupción que lo vuelve inoperante. Nadie sabe cómo van a hacer para continuar la guerra sin la eficacia de Wagner, porque sus soldados, que mueren como moscas, tampoco quieren pelear una guerra tan injusta. Lo que sí se sabe, y desde la primera guerra de la historia, es que si no hay corazón no hay coraje que valga. Lo mismo pasa en todas las actividades humanas y, sobre todo, en la política: las armas y la plata no son nada contra el amor a la patria. (O)