El próximo gobierno tendrá que implementar una nueva, radical y disruptiva estrategia comercial pos-COVID abierta al mundo, que tome en cuenta las ventajas comparativas del Ecuador, que genere mayores exportaciones y por tanto crecimiento económico, evitando políticas comerciales cerradas, como se intentó en el pasado sin buenos resultados.

Además, para corregir los desajustes económicos y proteger la dolarización, recomiendo implementar las siguientes políticas públicas: rediseñar la matriz energética para fomentar la inversión en proyectos de exploración offshore de gas natural licuado-GNL; cambiar la estrategia petrolera para aumentar los ingresos, licitando áreas con contratos de participación de exploración y riesgo; en vez de contratos de servicios, cuyo resultado ha sido la caída de producción en el 9% (según Petroecuador las reservas probadas se agotarían en 7 años); impulsar modificaciones en la Ley de Bancos que faciliten la libre competencia, eliminando el tope de tasas de interés y reformando el Código Orgánico Monetario y Financiero (COMYF) para lograr la independencia del Banco Central, nombrando profesionales técnicos (sin conflicto de intereses) cada diez años.

Adicionalmente, se debe elaborar un plan estratégico del Banco Central que incluya medios de pago en monedas digitales con respaldo de oro, criptomonedas similares a bitcoin y ethereum, tal como hacen en la Reserva Federal Americana, el Banco de Inglaterra y el Banco de Australia; e, incorporando en el futuro, Libra de Facebook. Al respecto, conocemos que en Kansas-Estados Unidos se ha ingresado un proyecto de ley para reconocer el oro y la plata como moneda de curso legal.

Tenemos que aprender a vivir en la economía de la escasez, protegiendo nuestros recursos naturales, en particular las fuentes de agua como las que se inician en el Cotopaxi y el Chimborazo y terminan en ríos que riegan el agro y reduciendo la contaminación ambiental utilizando un combustible más eficiente -GNL-; tal como El Salvador que ha recibido grandes inversiones para generación de energía, y Colombia que ha remplazado al costoso diésel para sus termoeléctricas. Por último, se debe facilitar la inversión en energías alternas renovables como solar, eólica e hidrógeno verde.

Antes de las elecciones de abril tendremos que reconocer una sólida identidad nacional, que contenga valores solidarios y éticos, para reconstruir el Estado y visualizar el Ecuador del 2030, que ofrezca oportunidades de empleo y cobertura de salud para todos. Es urgente aprovechar la economía de la abundancia de datos (Big Data), invirtiendo en infraestructura de conectividad, para la transformación digital del Ecuador.

Invitemos a Google, Amazon, Facebook, Apple, y Microsoft (GAFAM), a invertir en la revolución digital del Ecuador, para que la gente tenga acceso fácil a teletrabajo, telemedicina, teleeducación y telecomercio. Sierra y Oriente, Costa y Galápagos votarán en abril por ese futuro de progreso en libertad de un Ecuador unido, porque no es justo que terminemos como Venezuela, Cuba o Nicaragua, en dictadura pura o democracia disfrazada. (O)