Heidelberg es una fantasía europea. Arriba, cúpulas y torres; abajo, callejuelas empedradas, un enorme puente de piedra que atraviesa el río. Todo es antiguo: el Camino de los Filósofos que serpentea entre rocas cubiertas de musgo, el castillo en ruinas que fascinó a los románticos. Pero Heidelberg no solo es pasado. El lema de su universidad (la más antigua de Alemania, fundada en 1386) es “Sempre Aperta”. Y siempre abierta es aún hoy esta ciudad que financia el espectacular Festival de Teatro ¡Adelante! que en su 3.ª edición ha invitado a compañías de México, Cuba, Colombia, Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Uruguay, Brasil y Portugal. Tras asistir a esta semana dedicada al teatro iberoamericano les escribo conmovida por el entusiasmo del público alemán y extranjero, y orgullosa de la calidad y pluralidad artística de nuestra región. Ecuador participó en 2020 y esta vez contamos con un brillante ensayo de nuestra ministra de Cultura y Patrimonio, Romina Muñoz.

Esta “normalización” de la crisis es una estrategia de gobiernos fallidos ante el colapso de sus sistemas.

Pero hoy quiero hablarles de Cuba y su obra Normalización. Hipnotizados seguimos al performer corriendo de un lado a otro del escenario empujando un trapo mojado con las manos y el torso desnudos. Conforme se agotan sus fuerzas, una desesperación contagiosa se apodera de él. Cae de rodillas, grita desde el fondo de la soledad y el esfuerzo sin sentido. Mientras, el otro performer permanece sentado ante el televisor, al margen del escenario, ajeno. Los medios transmiten noticias tan confusas y desconectadas de la realidad que se prestan para la genial parodia que de ellas hace esta obra. Micrófono en mano, aires de intelectual, un periodista pregunta: “¿Papi, papi, papi?”. El entrevistado responde: “Papi, papi… papi, papi”. Y cuando un político o reportero hablan en una mezcla absurda e hilarante de lenguas reconocemos enseguida ese familiar blablá, sin sustancia ni realidad: distracción. Distracción y justificación de realidades inaceptables que al pueblo no le queda otra opción que aceptar. Esta “normalización” de la crisis es una estrategia de gobiernos fallidos ante el colapso de sus sistemas (véase el concepto de “Hipernormalización” de Alexei Yurchak en el contexto de los últimos días de la Unión Soviética).

Bajo la dirección de la legendaria artista cubana Nelda Castillo, los hermanos César y Lázaro Saavedra se presentaron en Heidelberg en salas llenas. Mientras tanto en Cuba el sistema de salud está colapsado, la gente muere porque no hay medicinas ni lo básico para la más simple cirugía. Al que trabaja se le paga en una moneda con la cual no alcanza para nada. Aumenta la represión. Al ritmo del hambre, crece la censura. Miles de cubanos abandonan la isla, especialmente los jóvenes. Pero los talentosos artistas Saavedra resisten. Su obra da espacio a las voces que nos llegan desde las rutas migratorias donde también sufren tantos ecuatorianos: la pesadilla del Tapón del Darién, el Río Grande: terror, dolor, abuso, rechazo. Los niños. Pueblos destruidos por sus gobiernos y que deberían cantarles, como dice la canción: Yo no me quiero ir de aquí, ¡que se vayan ellos! Esta es mi playa, este es mi sol, esta es mi tierra, esta soy yo. (O)