En el camino del emprendimiento y en la vida, muchas veces requerimos de personas que nos aconsejen la ruta a seguir; es así como aparecen, por casualidad o porque los buscamos, mentores, coaches, guías o amigos, que con sus experiencias nos motivan para cumplir nuestros sueños.

Me gusta escribir sobre quienes conozco y admiro; por lo que tuve una larga conversación con el mejor tenista ecuatoriano, Andrés Gómez Santos. Recordamos con nostalgia nuestra adolescencia en el colegio Cristóbal Colón y los deportes que practicamos. En mi caso: basquetbol y fútbol. En el suyo: natación, microtenis, tenis, basquetbol, fútbol y surf. Le pregunté sobre los motivos de su éxito y si soñaba con estar entre los cinco primeros jugadores del mundo. Con sorpresa, me dijo que nunca y que al fallecer su padre –cuando tenía 18 años– se dedicó por completo al tenis en la academia de Harry Hopman, cambiando su vida completamente.

En la mente de Andrés siempre estuvo la búsqueda de la excelencia y su entrenador, Hopman, lo preparaba en lo físico y en lo técnico. En cuanto a metas, estas debían ser realistas y en escala, por ejemplo: al inicio, estar entre los 100 primeros, luego los 50, los 10…

Para mi sorpresa, Andrés me dijo que una gran influencia fue Honorato Haro –nuestro coach de basquetbol–, quien nos inculcó corrección, disciplina y mentalidad ganadora; nos enseñó que un líder debe automotivarse y dar lo mejor de sí, con humildad y sin complejos. El padre de Andrés fue su guía y Colón Núñez su coach y amigo. Así, con disciplina, Andrés llegó a ser n.º 1 del mundo en dobles y n.º 4 en singles, en un tenis muy competitivo y, como en los negocios, en un mar lleno de tiburones.

Así, con disciplina, Andrés llegó a ser n.º 1 del mundo en dobles y n.º 4 en singles, en un tenis muy competitivo...

Luego, entrevisté a una colega de trabajo, quien a pesar de su juventud, me demostró madurez y seguridad sobre a dónde quiere llegar en su carrera profesional. Coincidimos en que hay que hablar con convicción y credibilidad; saber trabajar bajo presión, sin miedo a fracasar, aprendiendo las lecciones, observando mucho a los demás y siendo líderes empáticos.

Me impresionó que ambos posean rasgos similares, por ejemplo: tienen credibilidad, son humildes, disruptivos, empáticos, seguros, íntegros, hablan bien en público, se preparan para cada reto, trabajan en equipo y, aunque no lo planean, frecuentemente dejan un legado, en un camino que nunca es fácil.

Como recomendación a los empresarios, les diremos que normalmente habrá varios caminos a seguir y que habrá que escoger el de menor incertidumbre. Cuando se inicia una start up se debe cambiar pronto de estrategia si inicialmente no funciona, innovando y diferenciándonos, observando lo que hace la competencia y lo que pasa en el mundo, buscando la excelencia y generando valor en las empresas, estableciendo metas alcanzables y con una visión de futuro.

Tener un mentor, coach, guía y amigo nos ayudará a enfrentar las batallas, tal como dijo Winston Churchill: “(...) victoria, victoria a toda costa, por largo y duro que pueda ser el camino; porque sin victoria no hay supervivencia”. (O)