Hay palabras nuevas o sus connotaciones que de tiempo en tiempo surgen o cobran relevancia y representan el “espíritu de la época”. Son aportadas por una disciplina o un saber, resuenan en la mente e impactan la realidad. Una de ellas es la palabra algoritmo, que tiene más de 2.000 años; etimológicamente proviene del griego y latín, algorithmus y arithmos, que significa ‘número’, o quizá con influencia del nombre del matemático persa Al-Juarismi. La RAE dice que un algoritmo es un conjunto ordenado y finito de operaciones que permite hallar la solución de un problema, instrucciones o reglas lógicas para realizar cálculos o procesar datos.

Existen dos tipos de algoritmos: cualitativos, que describen los pasos de forma narrada; y cuantitativos, que utilizan cálculos numéricos para definir los pasos del proceso. Los más conocidos de la historia son la suma, resta, multiplicación y división de dos números.

Alan Turing, considerado el padre de la informática, durante la Segunda Guerra Mundial creó los algoritmos para descifrar los códigos nazis, y fue mucho mas allá con Colossus, el primer ordenador electrónico, digital y además programable. Google puso de moda la palabra con los algoritmos de búsqueda de los que nos beneficiamos todos y que gracias a ellos podemos encontrar en segundos las páginas que son de nuestro interés. Spotify creó un algoritmo sobre internet que permitió a todos acceder a millones de canciones de manera casi instantánea.

Con el crecimiento del poder de cómputo y la internet, los algoritmos pudieron manejar grandes cantidades de datos, distintas variables y hacer operaciones en tiempo muy corto, convirtiéndose en una herramienta esencial de los negocios y de la vida cotidiana: crear monedas digitales, identificar las razones por las cuales un cliente está dispuesto a pagar por un producto o servicio, el tipo de comunicación que hay que hacer para que un ciudadano vote por un candidato, el precio óptimo de una habitación de hotel o un pasaje de avión, las competencias de un ser humano, el momento exacto en que debemos enviar a producir una orden en una planta para minimizar los desperdicios o el mejor cuento para que un niño duerma mejor... Un ejemplo de altísimo impacto para la economía de nuestro país son los algoritmos sónicos en los alimentadores automáticos, que han permitido aumentar exponencialmente la producción de camarón.

¿Cuál es el algoritmo que se va a usar? Quien responda la pregunta y aplique la respuesta tendrá el poder de cambiar la realidad.

Con el auge de la inteligencia artificial surge una nueva generación de algoritmos superiores que aprenden por sí mismos y que pueden avanzar mucho mas allá de la programación inicial del ser humano. Hoy no hay justificativo para seguir tomando decisiones solo con los sesgos y las limitaciones del pensamiento humano. El mundo va hacia una hibridación entre la inteligencia artificial y la humana.

Y si queremos resolver efectivamente los problemas públicos o privados, la pregunta inmediata que todos deberían formular: ¿cuál es el algoritmo que se va a usar? Quien responda la pregunta y aplique la respuesta tendrá el poder de cambiar la realidad. (O)