La coyuntura, definida como un momento, ocasión o circunstancia particular, ofrece tanto un escenario como un pretexto para actuar. En esencia es un conjunto de acontecimientos y contingencias que demanda atención y acción inmediata. Saber moverse en la coyuntura es necesario para adaptarse y aprovechar oportunidades o neutralizar amenazas del momento, pero existe el peligro de que la vida se convierta en una sucesión de respuestas a estas coyunturas, consumiendo nuestra energía, tiempo y atención, y más críticamente, distrayéndonos y desviándonos de objetivos a largo plazo como la trascendencia y la transformación. Como dijo Angela Merkel: “Es necesario mirar más allá del momento y pensar en lo que es mejor a largo plazo”.

Cada día nos enfrentamos a un torrente de eventos inmediatos, hoy son el conflicto diplomático con México, los juicios contra la corrupción, el exceso de calor, el déficit fiscal , el incremento del IVA, las reformas legales, crisis políticas y energéticas. Son temas de conversación en casi todo momento; dominan nuestros pensamientos y emociones. A pesar de su aparente urgencia, son transitorios y escapan a nuestra gestión directa.

Consulta popular necesaria

La preponderancia de tales temas puede llevarnos a discutir con el afán de tener la razón sin ninguna inherencia en el resultado y a tener reacciones innecesarias o exageradas a corto plazo, desviando el foco de lo que verdaderamente puede generar crecimiento sostenido.

Vivir de coyuntura en coyuntura significa estar atrapado en un ciclo perpetuo de respuesta a corto plazo, lo que a menudo lleva a soluciones apresuradas y mal pensadas. En el contexto empresarial, las compañías que se enfocan únicamente en la coyuntura sacrifican la innovación y el desarrollo. Esto las deja vulnerables a cambios del entorno que podrían haberse anticipado y mitigado.

El arbitraje es el camino

A nivel personal, la obsesión con la coyuntura puede contribuir al estrés y a la ansiedad. El constante bombardeo de información y la presión para reaccionar pueden mermar nuestra salud mental y física. A largo plazo esto puede llevar a un agotamiento y disminución de la calidad de vida, ya que nunca se tiene espacio para la reflexión o el descanso verdadero.

El psicólogo Daniel Goleman en su exploración sobre la inteligencia emocional afirmó que nuestro enfoque determina nuestra realidad, subrayando que es, en efecto, el motor oculto detrás de la excelencia. Su perspectiva nos invita a ponderar lo estructural, duradero y proactivo sobre lo coyuntural, efímero y reactivo.

Esta columna, querido lector, no solo busca ser un recordatorio de la importancia de elevar nuestra mirada más allá de la inmediatez de las coyunturas, sino también un llamado a enfocarnos en la construcción de un futuro robusto y duradero. El progreso real de las personas, una empresa, un país o un sector no emerge de reaccionar ante cada incidente, sino de una visión estratégica y decisiones bien consideradas que trasciendan el momento presente.

Así, pues, mientras enfrentamos las coyunturas diarias, no perdamos de vista la importancia de los esfuerzos sostenidos y las decisiones profundas, que, sin duda, determinarán la calidad del futuro que logremos forjar. (O)