A nuestro nieto #Yoursokiú se le ilumina la cara al vernos. Prácticamente todos los días pide que le recojamos más temprano de la escuela/guardería/preescolar. Con el consentimiento de los padres llegamos a verlo a la hora de la merienda de la tarde. Al vernos se levanta como un resorte, trae en sus manos un platito de cartón en donde sobran dos galletas graham. Se nos acerca, pero antes, y con una naturalidad pasmosa, bota, en un pequeño basurero colocado entre las cuatro mesas de los niños, las galletas y el plato. Yo me lanzo a tomar las galletas y con la exacta voz de mi papá y mi corazón tercermundista le digo: “¡No, mi amor, la comida no se bota!”. Miss Baboo me mira con extrañeza, los niños me miran raro, la otra “seacher” me mira desconfiada. Salimos en silencio, yo con las galletas en la mano.

Búhos y cuervos

¡Qué horror!, le comento a Santi. “Y, ¿qué hacen?”, me dice. Y claro, en una guardería privada, en un barrio donde no falta nada, en el “mundo Konitos” de los suburbios, ¿qué hacen? No pueden guardar las galletas porque las normas de higiene son estrictísimas (y la gente las cumple); no pueden dárselas a otro niño porque allá no se comparten “sobras”. Entonces la opción es botar comida a la basura, eso lo sabe un niño de 5 años porque lo viene haciendo desde los 2, porque así le han enseñado. No importa que la “agüella” se alarme, las reglas, las normas, las indicaciones, simplemente se cumplen.

Leo un artículo en el que César Indiano, un defensor del candidato argentino Javier Milei y la “libertad”, afirma segurísimo que el capitalismo es el sistema en el que todos tienen las mismas oportunidades y que el Estado no debe intervenir en nada. ¿En serio? Alguien que nació de una madre pobre, mal alimentada, que no pudo o no supo que tenía que tomar ácido fólico durante el embarazo, ¿crecerá igual que aquel que goce de todos los cuidados, atenciones y vitaminas prenatales?

Sinceridad

Alguien que comerá lo que sus padres le puedan dar para calmar el hambre, no para nutrirlo, porque no pueden o no saben, ¿se desarrollará igual que aquel que reciba una alimentación balanceada/apropiada/nutritiva?

Y así podría seguir señalando las oportunidades desiguales en educación, vivienda, salud, condiciones de vida…

De estas lacras habrá que salir. ¿Cómo? Únicamente con educación; ¿cuándo? No lo sé, y dudo que viva para verlo.

Entonces no, señor Indiano, ni el capitalismo ni el socialismo dan oportunidades iguales. El primero porque parte de la premisa errónea de la “igualdad de oportunidades”, y el segundo porque su maravillosa teoría y buenas intenciones se agotan en la ambición y corrupción de sus líderes que no dejan por un segundo de vivir en la opulencia mientras le mienten al pueblo; y, hoy por hoy, le entregan, en bandeja al narcotráfico, ese mismo pueblo que de amor y revolución no vive.

El negocio del capitalismo es la pobreza, y el interés del socialismo también. Ambos manejan a la gente como a un rebaño, solo que los primeros son más duchos, venden a raudales libertad, ilusiones, consumo.

De estas lacras habrá que salir. ¿Cómo? Únicamente con educación; ¿cuándo? No lo sé, y dudo que viva para verlo. (O)