Mi abuelo Alejandro Maldonado se había muerto sin pedir permiso. Una noche helada de mayo me había paseado, cobijada en su poncho a rayas, hasta verme completamente dormida. Luego de acostarme en la cuna se había ido a morir sin permiso. Yo tenía cuatro meses, él sesenta y ocho años. Esta ausencia la cargué, igual que él a mí aquella noche. Con el tiempo esa orfandad se hizo miedo, pavor, terror a la muerte de quienes me rodeaban. Evitaba hacer amigos, conocer más gente, querer a muchos.

Fue ese miedo calloso y encarnado el que me llevó a tocar las puertas del psicoanálisis y a descubrir la palabra como un camino para salir a flote. Y fue la vida la que me llevó a decir, a escribir, a contar y finalmente a compartir lo que he aprendido y comprendido del poder de la palabra. La vida me ha presentado gente maravillosa que también quiere y puede decir, escribir, contar y compartir sus historias.

Conocí a María Fernanda Gómez, “la Fer”, hace más de cuatro años. Llegó a uno de mis primeros talleres y en estos años he leído y vivido de cerca sus textos. Textos que empezaron como un gatito y finalmente rugieron como un león.

Venganza

Fer desapareció hace un tiempo y de pronto me llamó: Teacher, creo que tengo historias como para un libro. ¡Y las tenía!

El día que recibí sus cuentos me di de bruces con otra María Fernanda, con una segura y fuerte que con claridad y aplomo dice en su prólogo: “Hubiera creído que escribo para otros, porque comencé con cartas e historias que solía regalar. Sin embargo, con el tiempo me di cuenta de que lo hacía para mí y que ocurría sin pensar.

Cuando una insolente idea entra en mi cabeza, se niega a dejarme en paz. De la insolencia pasa al atrevimiento; este último, sin pedir permiso, invita a cualquier personaje del que quiera hablar. Juntos me rodean y se organizan como criminales en una guarida que yo me he encargado de cuidar”.

Y ese día llega

2024 será el año de Saywa

La Fer Gómez es arquitecta de profesión y tal vez por eso le es fácil borronear, dibujar, diseñar, estructurar, abordar con gracia temas diversos. Algunos fáciles, otros duros, pero todos intensos.

La frase de Clarissa Pinkola Estés, que en el proceso de edición escogimos para la contratapa, hace juego con el título del libro. Dice la autora de Mujeres que corren con lobos: “La habitual prohibición de lavar la ropa sucia fuera de casa encierra una ironía, pues justamente la ropa sucia de la familia nunca se lava en casa, se queda encerrada para siempre en el más oscuro rincón del sótano. Es bueno mirar allí y compartirlo en un espacio seguro. Si crees que no puedes decirlo en voz alta, escríbelo. Nunca es demasiado tarde”.

El título del libro es La ropa sucia se lava con letras. Así lo bautizó la Fer, aunque el bautizo formal con festejo incluido será este sábado, 16 de diciembre. El exacto día de la Anunciación, y aunque yo soy bien incrédula, estoy segura de que este es el anuncio de que María Fernanda Gómez no se dormirá en los laureles, ella con seguridad continuará en el oficio de borronear, dibujar, diseñar, estructurar y crear muchas historias más. (O)