Estamos recuperando un poco la tranquilidad, que no es lo mismo que la paz. Podemos salir sin tanta angustia y estar tan pendientes de la última masacre, los diferentes allanamientos o las acostumbradas amenazas.

Será una lucha larga, porque el narcotráfico es sobre todo una empresa que mueve capitales enormes y ha permeado casi todas las instancias del Estado. Hace bien ese pequeño respiro para recordarnos que la vida es un don hermoso que hay que cuidar con esmero.

Conflicto armado no internacional

La paz no será un retorno al pasado sino una construcción del presente que incluya el futuro, porque ya no seremos los mismos, ni como personas, ni como sociedad, ni como país. Y en esa construcción podemos permitirnos algunos diálogos y cuestionamientos necesarios, para que no nos equivoquemos otra vez de la misma manera.

¿Cómo se ha podido en poco tiempo desarticular las bases de muchas bandas si son las mismas personas, los mismos funcionarios, policías y militares, las encargadas de lograrlo? ¿Depende de los actores directos o de sus mandos o de asesoramientos extranjeros eficaces y muy presentes?

Dispersos de razón

¿Por qué existe una cárcel cuatro, casi una casa hotel que sirve de prisión a donde van los delincuentes que han tenido cargos públicos?

¿El hecho de ejercer un cargo público hace menos grave el delito? ¿No es al revés? ¿Alguien llamado a servir a la ciudadanía que abusa del poder que el cargo le da y estafa, mata o roba dineros públicos que debieron ser utilizados en escuelas, colegios, hospitales, carreteras, que es parte del tráfico de drogas y su estela de corrupción y muerte, debe gozar de privilegios en el cumplimiento de su pena?

El hecho de no conocer directamente a las víctimas, difuminadas en el colectivo social no lo hace menos grave, sino que añade perversión a su cometimiento. Su exposición en las redes hace que algunos lo tomen como ejemplo, pues muestra otras maneras de utilizar el poder. A la vez que genera desconfianza en los servidores públicos y las prebendas de las que gozan.

¿Defender a los captores?

¿Por qué a la familia de Fito aparentemente se la trató con muchas consideraciones cuando llegó expulsada al país, mientras que los sospechosos en las calles son casi desvestidos y se les pone el pie encima? En los sectores populares se tumban puertas y se pide que todos se lancen al piso, y muchas veces los delincuentes están en la casa de al lado. Norero no vivía en un sector popular y los que ejercen el verdadero poder en las mafias no se encuentran en los sectores populares. La diferencia de trato llama la atención.

Es interpelante ver a los jóvenes que llevan presos por cientos, algunos sin dientes, delgados, mal vestidos, víctimas que se convierten en victimarios. Feroces, sin escrúpulos. Espejo de una sociedad que ha fallado en lo más importante: la atención, nutrición, educación de sus jóvenes, especialmente de aquellos que viven en los sectores más vulnerables.

En esta sociedad de buenos y malos que estamos construyendo, donde los matices parecen esfumarse, y donde poco nos cuestionamos sobre nuestra responsabilidad común en el socavón inesperado abierto en nuestra cotidianidad, estar alertas para detectar nuestra complicidad, cambiar el rumbo y enderezar las acciones para construir un país equitativo es tarea urgente. (O)