La trágica muerte del expresidente chileno Sebastián Piñera deja una lección: la lucha continúa por la consolidación de los regímenes democráticos, las libertades y la institucionalidad. Más allá de su posición política, su vocación por defender los valores de la democracia y las libertades, debiera ser valorado cuando el mundo y de manera especial América Latina se debaten en la lucha por la supervivencia frente a la arremetida de una alianza del narcotráfico, el crimen organizado transnacional y la narcopolítica. Ellos han causado tanto daño en la región con la instalación de regímenes dictatoriales que mantienen en la pobreza y la miseria a sus pueblos, sin libertades ni respeto a los DD. HH.

El exmandatario chileno deja un legado y un impulso renovado para defender las libertades, valor intrínseco de una democracia, que muchos países latinoamericanos perdieron a mano de autoritarios, que se transformaron en dictaduras oprobiosas que se aferran al poder, en nombre de falsas revoluciones y del fracasado socialismo del siglo XXI, que destruyó las instituciones al imponer el pensamiento único.

Ese es el caso de Cuba, Nicaragua, Venezuela. Otros países con mandatarios populistas, demagogos y manchados por su pasado corrupto hacen el juego a esas dictaduras, por acción, omisión o su silencio cómplice (México, Brasil, Bolivia, Colombia).

Es el caso ecuatoriano, que se debate en medio de una profunda debilidad institucional y de la justicia, una aguda crisis económica, social, fiscal y la existencia de un conflicto armado interno debido a la presencia del narcotráfico y sus vinculaciones con la narcopolítica.

Se lucha contra una clase política corrupta, salvo excepciones, reflejada en el Legislativo, que solo trabaja en función de sus intereses de grupo o personales, dirigidos por líderes que le han hecho tanto daño al país y que buscan mantener o recuperar los controles internos, fundamentalmente de la administración de justicia, para lograr impunidad y el retorno al poder con sus dirigentes, que tienen sentencias condenatorias ejecutoriadas.

Se ha llegado a un momento de cinismo político cuando existen asambleístas que se alinean en la búsqueda de impunidad, que tienen la audacia de cuestionar, sin fundamentos, a una ministra de Estado que se está jugando en la lucha precisamente contra esos sectores, con afirmaciones irresponsables de estar encubriendo a grupos delincuenciales que no han podido probar.

Por qué mejor en lugar de guardar silencio, de manera sospechosa, contra esos sectores no se suman a la lucha empeñada con decisión, valentía y profesionalismo por las FF. AA. y la Policía.

Poco les importa el país y la aguda crisis que agobia a los ecuatorianos, en medio de grandes necesidades económicas y la generación de fuentes de empleo. Pareciera que desean el desbaratamiento del país.

Su principal objetivo es lograr impunidad. Trabajan para las futuras elecciones y en cómo tumbar a las autoridades que luchan valientemente contra el crimen organizado, el narcotráfico y la narcopolítica. Por ello, exhiben venganza y odio contra la fiscal general del Estado, que goza de respaldo nacional e internacional. (O)