En el 2024, casi la mitad de la humanidad acudirá a las urnas. Tendremos elecciones en 64 países, totalizando el 49 por ciento de la población global.

Dichos procesos tendrán consecuencias a nivel global y pueden constituir una gran disrupción de la estabilidad global.

Hay una insatisfacción que cunde en todos los estratos sociales, que se ven traicionados por los liderazgos políticos y que ya no creen en aparatos políticos, que ofrecen mejores días, pero cuyo único afán es captar el poder.

Muchos de los gobiernos han llevado a sus pueblos a crisis internas sin precedentes, a la confrontación y hasta a la guerra. No solo hay más de 60 conflictos armados en el mundo, sino que muchos son guerras internas contra fuerzas transnacionales muy superiores a las capacidades nacionales. El mejor ejemplo de ello es el narcotráfico de cocaína.

El estado de las democracias es una preocupación de quienes vemos en los procesos electorales una manifestación más de un sistema que se halla en franca crisis y que requiere profundas reformas, para cumplir el cometido de ser gobiernos, comprometidos con sus democracias. No hay democracia sin participación del conjunto social.

En nuestros países se ha perdido la fe y la confianza en la democracia integral, pues donde impera el cacicazgo, los dueños de los partidos, el alquiler de estructuras políticas y la corrupción, poca confianza tiene el votante.

Otros países, que intentan tener democracias liberales pluralistas, caminan hacia derechas autoritarias que basan su ideología en el miedo a la migración, al cambio y a la internacionalización que vive el mundo. La xenofobia y el racismo son recetas para la violencia y el fanatismo.

Sin duda, una de las elecciones que tendrá más repercusiones globales será la de los Estados Unidos, en noviembre de este año.

Los contendientes son el actual presidente (desde 2021), Joe Biden, un cuadro que ha militado en el Partido Demócrata por décadas.

Su contendiente, el expresidente (2017-2021) Donald Trump, quien tiene batallas legales que superar, pero ha comprobado que tiene prácticamente ganada la candidatura presidencial del Partido Republicano.

La elección de Trump sería, para muchos analistas, el mayor factor desestabilizador de la democracia estadounidense y pondría en serio peligro el equilibrio internacional. Se considera que esta elección sería la gran disrupción que pondría en peligro la paz mundial, agravaría las contradicciones internacionales y generaría fricciones globales.

No cabe duda que la sociedad vive un momento crucial, que impone definiciones para la reestructuración del sistema multilateral que permita evitar los conflictos armados, como en Ucrania y en la Franja de Gaza, y alcanzar consensos en un mundo con retos existenciales como el cambio climático, la posibilidad del uso de armas nucleares, el envejecimiento de la población y la ruptura de los acuerdos mínimos de solución de controversias. (O)