Determinar cuántos animales quedan de una especie que no ha sido vista por científicos en décadas puede ser difícil. Ese es el caso de la Trachyboa gularis, la serpiente de pestañas ecuatoriana, endémica de la región Costa del país.

Fue descrita por la ciencia en 1860, y desde entonces su aparición en la literatura científica ha sido casi nula. Consta en registros de muestras de algunos museos en el extranjero, por ejemplo. El perfil bajo que mantiene en las investigaciones refleja lo rara que es.

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Alejandro Arteaga y Diego Cisneros, ambos biólogos, estuvieron encargados de evaluar la situación poblacional de la serpiente para la Unión Internacional de la Naturaleza (IUCN, por sus siglas en inglés) en 2020. No tuvieron suerte.

“Yo nunca he visto una a pesar de haber intentado por años”, relata Arteaga.

No se ha visto esta serpiente en más de una década

Según su reporte para la IUCN, la última vez que se vio una de estas serpientes fue en la década del 2000. En la escala de la IUCN, que mide bajo cuánta presión están los números poblacionales de una especie, la Trachyboa gularis consta como en peligro crítico de extinción producto de la evaluación de los científicos.

“(Esto) se basa en que esta especie solo se ha visto en una zona del este de Ecuador en la que casi no queda hábitat apropiado (...). Puede que la especie ya esté extinta, y si no, la población sobreviviente no excedería los 50 individuos maduros”, dice el informe.

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Antonio Freire, uno de los biólogos que han buscado a la especie en los últimos años a encargo de Arteaga, tampoco ha tenido éxito. Sin embargo, es uno de los únicos que han visto a ejemplares de Trachyboa gularis en persona.

Él trabajó en el Instituto Nacional de Higiene Leopoldo Izquieta Pérez a partir de 1975, ayudando a capturar e investigar especies de serpientes peligrosas. Aunque la Trachyboa gularis no es venenosa , refiere Freire, igual se interesó por la especie, y puede dar una descripción general de la misma.

Se trata de una serpiente pequeña, de unos 40 centímetros de longitud, con una preferencia a vivir cerca del agua. Las serpientes que él observó se alimentaban principalmente de renacuajos de sapos y ranas, pues tenían bocas pequeñas.

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“Estos animales al ser atrapados se enrollan. Incluso se los puede hacer rodar, como una llantita. Ahí se quedan como muertos, inmóviles”.

“Solo encontré tres ejemplares entre 1980 y el 2000 en fosas cerca de Vinces, en la vía Vinces-Babahoyo”, explica, a pesar de que el único registro oficial de la especie fue en Guayaquil, cuando fue descrita formalmente por el alemán Wilhelm Peters en 1860.

La destrucción de su hábitat ha aportado a la casi extinción de la Trachyboa gularis. Según Freire, los lugares donde él las veía fueron destruidos por la agricultura, puntualmente por los sembríos de arroz. El uso de químicos en el proceso productivo de la industria arrocera también habría afectado a sus entornos, además de que los campesinos de la zona tienden a atacar a las serpientes.

“Culebra que ven, machetazo encima, y así lo hacen. A cualquier animal que parezca culebra le caen a machetazos, es una lástima” que lo hagan por desconocimiento, agrega.

Diego Cisneros, biólogo de la Universidad San Francisco de Quito, es la autoridad de la lista roja de reptiles en peligro de la IUCN para Ecuador, y realizó la evaluación de la Trachyboa gularis para el organismo internacional junto con Arteaga.

Aunque Cisneros apunta que todavía no se considera que la serpiente se haya extinguido, se suma a la hipótesis de Freire de que los “cambios extremos” en la cuenca del río Guayas y el Babahoyo serían la razón de su práctica desaparición.

“Los principales impactos serían la expansión de la frontera agrícola, la contaminación y reducción de los humedales y la expansión urbana”, dice.

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La única foto de un espécimen vivo fue tomada al final de la década de 1970

El tráfico de especies también pudo haber afectado a la especie. Aunque la evaluación de la especie de la IUCN expresa que es probable que serpientes traficadas bajo el nombre Trachyboa gularis en el extranjero sean en realidad ejemplares de la boa de pestañas del norte, Trachyboa boulengeri.

Sin embargo, la única foto de un espécimen vivo de Trachyboa gularis apuntaría a que la especie sí fue traficada en algún momento. El herpetólogo y fotógrafo estadounidense Paul Freed, quien dirigió la sección de herpetología del zoológico de Houston, Texas, de 1979 a 2004, expresó en comunicación vía correo electrónico que el zoológico adquirió un ejemplar de Trachyboa gularis en el final de la década de 1970. La obtuvieron de un vendedor de serpientes basado en Estados Unidos, donde el tráfico de reptiles es común.

Al no haber sido vista por más de diez años, Trachyboa gularis fue incluida en la lista de especies de la organización conservacionista Re:wild junto con otros 2.200 animales, plantas y hongos de 160 países. Esta iniciativa ha redescubierto, hasta ahora, a doce de ellas.

Según datos de esta fundación, la lista incluye a 106 especies anteriormente registradas en Ecuador, en su mayoría tipos de plantas, moluscos, anfibios y reptiles. (I)