Una tarde frente a una ventana solo para mirar al exterior, lejos de celulares u otras tecnologías. Este escenario les parecería raro o una pérdida de tiempo a algunos, pero no es así. Este sencillo acto es un momento de reflexión, además que estimula el bienestar físico y psicológico, sobre todo si lo que se está viendo son bosques, ríos, campos, es decir, zonas verdes o llenas de naturaleza.

No es necesaria una circunstancia específica para ver a través de la ventana.

Al ser humano le gusta mirar, es curiosos por naturaleza y el cerebro necesita de ese estímulo para hallar incentivos, para distraerse, reflexionar e incluso observar vidas ajenas para compararlas con las propias, indica la psicóloga Valeria Sabater en el portal La mente es maravillosa.

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La experta dice que situar los ojos en las ventanas es un ejercicio saludable siempre y cuando lo que haya más allá resulte estimulante. Por ejemplo, factores físicos, como un muro frente a nuestra casa o un escenario monótono, monocolor y ruidoso puede impactar en el bienestar de las personas.

La Universidad de Plymouth, en Reino Unido, realizó un estudio en julio de 2019, en el que se concluyó que aquello que se observa por la ventana puede ser tan importante como los alimentos que se ingieren.

La doctora Leanny Martin, en colaboración con el Centro Europeo para el Medio Ambiente y la Salud de la Universidad de Exeter, indica que si el entorno que nos rodea es interesante, atractivo y estimulante, se incentivan la motivación, el deseo de moverse e incluso de alimentarse mejor.

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En cambio, si lo que se observa frente la ventana es otro bloque de edificios y el tráfico vehícular, lo más probable es que las ganas de pasear disminuyan. El estado de ánimo también puede verse afectado, así como la motivación, la creatividad y hasta la alimentación, pues a mayor malestar es mayor el consumo de alimentos congelados o de grasas saturadas. (I)