¡No me diga que no ha escuchado esta aberración lingüística! Está presente en casi cualquier punto de servicio, tienda, centro comercial, restaurante, gasolinera, etc.

Debe haber comenzado hace una década. No tengo un recuento mayor.

Parecería que la frase sirve para expresar abundancia, opulencia o diversidad. Daría la impresión de que un menú o el catálogo de productos de una tienda, o de un restaurante es pobre si el dependiente o el mesero no comienzan con “Tenemos todo lo que es...”.

Al espetarle esta frase, es como si su interlocutor sintiera un genuino orgullo en lo que le va a ofrecer a usted como cliente, tanto que lo que va a proponerle no es digno de brindarse sin anteponer esta composición de palabrejas, a modo de preposición.

También sirve para demostrar conocimiento. Cuando un mesero o dependiente comienza su ofrecimiento con “Tengo todo lo que es…” implica que impartirá un vasto saber alrededor de lo que el restaurante o el comercio tiene para ofrecer. Parecería significar que ha habido un minucioso estudio del sujeto en cuestión alrededor de la oferta de su local.

Hay otras formas también comunes de establecer la comunicación inicial y el contacto con el cliente en el sector de servicios, una muy usada es el “Estimado…” a secas. Sin un Juan, Pedro, señor Pérez, cliente, o lo que fuere, luego del título, que, sin su continuación, suena a fanfarria.

No sé por qué hoy suena hueco o inservible el simple pero siempre correcto y atemporal “Señor” o “Señora”. Es obvio y notorio que desde hace al menos veinte años, si no es más, la calidad de la educación estatal, primaria y secundaria del ecuatoriano promedio ha caído de forma estrepitosa en comparación con el promedio mundial.

Sin embargo, no es menos cierto que la empresa privada ha sido también parte de esta tendencia. Recuerdo que los congresos gastronómicos de gran nivel que ofertaban en la ciudad, organizadores de eventos culinarios, trayendo empresarios de la restauración de talla mundial o chefs con todas las estrellas Michelin en su chaqueta, estaban desiertos de cocineros y personal de servicio de los restaurantes u hoteles importantes de la ciudad.

La academia, en general, salvo contadas excepciones, tampoco se ha preocupado por la capacitación en el servicio, parte crucial de la experiencia.

Los resultados hoy son notorios en el nivel de servicio de la restauración ecuatoriana, está muy por debajo del nivel de nuestros dos vecinos, al sur y al norte.

La calidad del servicio es hoy una de las tareas pendientes de la restauración en Ecuador. (O)