Imaginamos (preferimos no aspirarlo) el aire tóxico que impregnará cada rincón del mítico vestuario del Real Madrid, tan lleno de glamour y confort, también tan cargado de vanidad, vacío de sueños, harapiento de mística, despoblado de solidaridad y de compañerismo. Que un plantel de 600 millones de euros sea humillado 4 a 0 por la Agrupación Deportiva Alcorcón, de cuya existencia nos desayunamos el martes, cuando, perplejos, nos enteramos del catastrófico resultado, pinta un camarín así. Marcador que, traspolado al plano de un equipo respetable de Primera División, por caso un Sevilla, un Málaga, equivaldría a 14 ó 15 a 0.