En los EE. UU. nunca ha habido una dictadura militar. Si bien George Washington fue primero nombrado “Presidente General” por la Convención Constituyente de 1787, ganó la Presidencia en el primer proceso electoral organizado en 1789. Incluso durante la guerra civil (1861-65) entre los Estados de la Unión y los Estados Confederados del sur, Abraham Lincoln participó en elecciones en 1864 y ganó abrumadoramente.

Es cierto que la democracia del país siempre ha sido restringida. Al inicio solo votaban blancos con propiedades (6 % de la población). Al declararse la independencia, las 13 colonias tenían esclavos negros, quienes no podían votar. Gradualmente, el derecho de votar fue expandiéndose a otras razas y grupos étnicos, a las mujeres y a los indígenas.

No obstante, hasta hoy los ciudadanos de Washington D.C. y Puerto Rico no están representados en el Congreso, y los de Puerto Rico (y otros territorios de ultramar, como Samoa, Guam, Islas Mariana, e Islas Vírgenes de los EE. UU.) no pueden votar para presidente.

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El derecho al voto se ha venido expandiendo, pero la alternancia pacífica del poder se ha mantenido desde los inicios de la República. Cabe mencionar que el voto no es obligatorio y normalmente votan en las elecciones presidenciales menos del 60 % de los adultos elegibles (en 2020 se alcanzó 62 %, el nivel más alto desde 1960).

El sistema electoral de EE. UU. es particular por cuanto no gana el candidato con el mayor número de votos (votación popular), sino que se cuentan los “electores” por Estados, en el llamado Colegio Electoral. Este es un vestigio de la época de la esclavitud, dado que los habitantes de un Estado se contaban para determinar el número de electores, sin considerar que algunos de los habitantes (los esclavos, las mujeres, los indígenas) no podían votar. Hasta la fecha, el Colegio Electoral otorga una sobrerrepresentación a los Estados pequeños de población mayormente rural, la mayoría de los cuales tienden a votar por los republicanos. California, por ejemplo, tiene 69 veces la población de Wyoming, pero solo 18 veces el número de electores.

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Las elecciones de 2020 fueron anómalas, dado que el candidato perdedor, Donald Trump, nunca reconoció su derrota, y más bien hizo esfuerzos por impedir la transferencia pacífica del poder (algo que nunca había ocurrido). Entre otras cosas, presentó demandas por presunto fraude (todas fueron descartadas por las cortes); trató de manipular a secretarios de Estado y otros funcionarios electorales para que no reconocieran el triunfo de Biden en ciertos Estados; e incluso se llegaron a presentar listas de “electores” falsos en siete Estados (Pennsylvania, Georgia, Michigan, Arizona, Wisconsin, Nevada y Nuevo México), en los que Trump perdió. El 6 de enero de 2021 hubo un asalto al Congreso por partidarios de Trump, quien buscaba impedir la proclamación de los resultados.

Ahora, Trump ha afirmado que quiere ser un dictador; que podría desconocer a la Constitución; que podría crear campos de concentración para detener a inmigrantes indocumentados; y que buscaría expulsar a millones de inmigrantes indocumentados.

El Proyecto 2025, creado por la Fundación Heritage y otros grupos conservadores, sugiere invocar la Ley de Insurrección de 1807 para desplegar el ejército para reprimir a opositores y ordenar al Departamento de Justicia que persiga a adversarios de Trump. También propone deshacer las protecciones de las leyes de servicio civil, y remplazar a funcionarios públicos seleccionados por mérito por funcionarios personalmente leales a Trump (y no a la Constitución). Trump ha dicho que perseguirá y encarcelará a sus críticos en el Gobierno y los medios de comunicación, incluyendo a aquellos funcionarios de su primer gobierno que han osado criticarle.

Trump también anunció que permitirá que Rusia “haga lo que quiera” con los países de la OTAN que no hubiesen aumentado su gasto de defensa a los niveles que él considere adecuados.

Una victoria electoral de Trump acercaría los EE. UU. a un régimen dictatorial y desataría desequilibrios internacionales que podrían derivar en una nueva guerra mundial. (O)