¡Felicitaciones por su victoria! Pero no hay que dormirse en los laureles. El periodo presidencial que está por inaugurar será prácticamente único en nuestra historia debido a su corta duración.

Mientras los demás presidentes han tenido el lujo de poner en marcha proyectos políticos con un horizonte de cuatro años, usted enfrentará nuevas elecciones en menos de dos. Su reelección dependerá, por lo tanto, de su habilidad de dar respuestas visibles e inmediatas a los problemas más graves que enfrenta nuestro país. Si los ecuatorianos no percibimos un cambio sustancial en los meses que se avecinan, le vaticino un desastre en los siguientes comicios. La fría lógica electoral dicta, entonces, que cualquier iniciativa que rinda frutos a largo plazo, por efectiva y necesaria que sea, tendrá que de momento ser puesta en segundo plano. El tiempo es oro.

Los jueces sin rostro

El problema, claro está, es que ninguna de las dificultades que afronta nuestro país es de fácil solución. El narcotráfico, la pobreza y la corrupción son problemas estructurales que tienen profundas raíces, causados y empeorados por años de indiferencia, incompetencia e incluso complicidad tanto de la sociedad civil como de nuestras clases políticas. Mejorar (ni se diga solucionar) estos problemas en tan corto tiempo es un desafío sin precedentes.

Ahora bien, para su suerte, existe una reforma relativamente sencilla y rápida de implementar que tiene el potencial de visiblemente mejorar uno de los problemas más angustiantes que vive nuestra patria: la inseguridad. Y es que uno de los factores que más agravan esta crisis es la vulnerabilidad de nuestros jueces, chantajeados y corrompidos por las mafias.

(...) crear una unidad de jueces... que en vez de dictar sentencia desde el territorio nacional lo hagan desde el extranjero.

¿De qué servirá darle a la Policía los mejores equipos y el mejor entrenamiento si los sicarios que capturen quedan libres al día siguiente? ¿De qué servirá construir cárceles de máxima seguridad, incluso flotantes como usted propone, si los delincuentes pueden entrar y salir de ellas a su gusto con la bendición de algún juez de quién sabe dónde? Nuestros policías podrán ser “robocops” y nuestras cárceles impregnables, pero mientras nuestros jueces no tengan garantizada su seguridad todo será en vano.

Aquí la propuesta concreta: crear una unidad de jueces con jurisdicción exclusiva y excluyente en materia de sicariato, narcotráfico y terrorismo, pero que en vez de dictar sentencia desde el territorio nacional lo hagan desde el extranjero. Que ellos y sus familias estén lejos de la intimidación del narco.

La logística de este plan no es compleja. Los Estados Unidos sin duda apoyarán una iniciativa como esta, por lo que no será difícil conseguir las visas y medidas de protección necesarias para estos jueces. Por otro lado, el atractivo de ejercer una función judicial desde la comodidad de los Estados Unidos significa que muchos abogados y juristas ecuatorianos van a estar interesadísimos en ser parte de esta iniciativa, por lo que buenos candidatos a jueces tampoco faltarán. El plan, por lo tanto, requiere solo de coordinación y voluntad política.

Espero, Sr. presidente, que escuche este consejo. (O)