Joseph Pulitzer, el gran periodista húngaro que dio nombre a los famosos premios periodísticos, indicó con acierto que “no hay ningún crimen, no hay ningún delito, no hay ningún truco, no hay ninguna estafa, no hay ningún vicio que no subsista a través del secreto”. Todo lo que está torcido en el mundo naturalmente huye de la luz y el escrutinio público. Y en nuestro país, ¿qué es más torcido que nuestro sistema de justicia?

Contra la prevaricación

El principio de publicidad de las audiencias tiene como propósito justamente promover la transparencia del sistema judicial, constituyéndose así como uno de los mecanismos mediante los cuales nuestro ordenamiento busca hacer efectivo nuestro derecho fundamental al debido proceso. En Ecuador las audiencias judiciales son en principio públicas: cualquier persona que tenga curiosidad puede entrar sin dar explicaciones a cualquier sala de juicio y presenciar con sus propios ojos cómo opera nuestro sistema de justicia. En la práctica, sin embargo, este mecanismo difícilmente cumple su objetivo. Y es que si bien en teoría las audiencias judiciales son “públicas”, en la práctica existen dos prohibiciones que prácticamente anulan cualquier eficacia de este principio: la prohibición de grabarlas y la prohibición de transmitirlas.

El principio de publicidad de las audiencias tiene como propósito ...promover la transparencia del sistema judicial...

En efecto, la legislación ecuatoriana ordena que las audiencias judiciales sean grabadas solo y únicamente por el secretario judicial, quien es el encargado de dar “fe pública” de todo lo ocurrido en la sesión. La grabación hecha por este funcionario (a menudo hecha con un celular, no es broma) es el único rastro de lo ocurrido en la audiencia. Cualquiera que haya litigado en nuestras cortes, sin embargo, conoce perfectamente bien la misteriosa tendencia de que esta grabación oficial “se pierda” o “se dañe” justamente en casos donde han ocurrido groseras irregularidades, y que no es infrecuente que pasen semanas o incluso meses para que se entregue una copia de esta. ¿De qué sirve que la ciudadanía tenga el derecho abstracto de vigilar a los operadores de justicia si, en la práctica, la única forma de hacerlo es estando presencialmente en la sala? ¿Cuándo ha sido la última vez que usted, querido lector, ha ido por su cuenta a oír una audiencia en la que usted no era parte? ¿Cuántos abusos judiciales quedan en secreto y en silencio?

Jueces de Guayaquil, Durán, Daule, Milagro y Playas, en teletrabajo por seguridad

Estamos en tiempos de campaña y proponer reformas a nuestro podrido sistema de justicia debería ser una de las prioridades de todos los candidatos. Aquí va una: que, salvo supuestos excepcionales donde se deba proteger la intimidad de las partes, no solo se permita grabar las audiencias judiciales, sino que estas sean transmitidas en vivo por internet y queden ahí registradas para el que quiera verlas. Que cualquier ciudadano pueda, con un simple clic, presenciar desde la comodidad de su hogar cómo opera la justicia ecuatoriana y que los jueces corruptos sepan que sus actos torcidos no quedarán en secreto. Jurisdicciones como Estados Unidos hace tiempo ya han adoptado este modelo de justicia televisada. Ya es hora de implantarlo aquí y que lo que está oculto salga a la luz pública. (O)