Existen muchos ecuatorianos notables en todos los campos de la actividad humana. Nuestra mayor contribución a la civilización es la rica diversidad cultural popular que representamos como nación mestiza. En el ámbito de los aportes expresamente cultivados destacan la literatura y las artes plásticas. Muchos escritores, escultores y pintores nacionales son referentes globales por la calidad técnica y conceptual de su obra. El talento local en lo escultórico, arquitectónico y en la pintura es propio de la cultura mestiza, viene desde la Colonia y está presente en la época actual con exponentes contemporáneos del más alto nivel. Esta especial disposición para el arte tiene una serie de elementos que pueden explicarla. Uno de ellos, la luz, la equinoccial luminosidad que nos cobija y que dibuja el paisaje y la cultura de la Costa, Amazonía y los Andes, es un factor por considerar en la comprensión de la belleza de las obras creadas por nuestros artistas. En el grupo de excelsos maestros destaca Oswaldo Guayasamín.

Su obra se encuentra en muchos países. En Ecuador, su trabajo es conocido por todos, pues de sus cuadros y murales originales se han elaborado serigrafías, litografías, láminas y reproducciones de toda índole que se encuentran en casas, espacios públicos y en instituciones. En el salón del Pleno de la Asamblea Nacional se ubica el inmenso Mural de la Patria, que recoge su visión de la historia ecuatoriana y su propia posición política. Otra parte de su trabajo puede ser admirada en la Capilla del Hombre en la ciudad de Quito, emplazada en el mismo espacio que comparte con la que fue su casa de habitación, que también alberga algunos de sus cuadros y esculturas.

Impresiona sobremanera el fuerte expresionismo de sus creaciones plásticas y conmueven tanto al que las observa por primera vez como a quien las admira nuevamente, por su magnificencia estética y su mensaje social, espiritual y emocional. Cuando se recorren los espacios de su casa, especialmente acondicionados para que el público conozca el lugar en el cual produjo la mayor parte de su obra, el visitante aprecia su vida dedicada a la búsqueda y creación de respuestas gráficas y estéticas de la naturaleza humana, de la vida y de los problemas del individuo y de la sociedad. Sus retratos de personajes famosos en los ámbitos de la política y la cultura captan las profundas esencias de sus temperamentos. Los de Mercedes Sosa y Paco de Lucía son magníficos.

Ya en la Capilla del Hombre se aprecian cuadros de gran formato. Formidables. El toro y el cóndor es un ejemplo del drama animal creado por el hombre como ritual de desafío, fuerza y sangre. La familia, desde la belleza del trazo y la pintura, revela la ternura del núcleo formado por padres e hijos y los poderosos lazos que los unen. La Madre de la India denuncia el dolor y la miseria de quienes no tienen nada y la nueva vida que, pese a todo, emerge y es. Guayasamín representa como individuo y artista nuestras hondas contradicciones culturales y es un exponente conspicuo de lo que somos y podemos ser.(O)