El COVID-19 está presente en Ecuador desde marzo de 2020 y ha dejado como consecuencia 355.964 casos confirmados y 17.528 personas fallecidas, entre pacientes confirmados y con sospecha de portar el virus. Para detectar la presencia del coronavirus en el cuerpo se utilizan diferentes tipos de pruebas, pero cada una es diferente y debe ser utilizada según la situación del paciente.

En primer lugar está la prueba de PCR con hisopado en la nariz. Se trata de la única prueba con alto valor diagnóstico. Sin embargo, Kléver Sáenz, director médico de Synlab, hizo énfasis en que la comunidad conozca el llamado “periodo de ventana”, ya que no existe una prueba que permita un diagnóstico en ese tiempo. Se trata de los primeros cinco días después de haber tenido contacto con una persona contagiada, “pasados los cinco días la PCR comienza a detectar a los portadores del virus, y puede mostrarse positiva entre cuatro y cinco semanas”, añadió.

En segundo lugar están los test de antígenos, que han tomado fuerza en los últimos meses y que son una prueba importante en pacientes con síntomas, que idealmente debe aplicarse a quienes los padezcan por menos de cinco días, explicó Sáenz. Si se aplica el test a personas asintomáticas, la baja sensibilidad de la prueba puede provocar resultados falsos negativos.

Publicidad

También existen pruebas que permiten saber si una persona tuvo contacto con el virus, se trata de las pruebas de anticuerpos. Entre ellas, se han desarrollado test que permiten saber si estos brindan una protección efectiva, ya sea por la infección salvaje o post-vacunación (anticuerpos anti Spike).

Según un estudio elaborado por Synlab, casi el 40% de pacientes portadores del virus pueden seguir contagiando a otros ya que pasan desapercibidos en los test rápidos de antígenos.

Al momento, con corte el 10 de abril, solo el 1,1% de los ecuatorianos han sido vacunados con las dos dosis de la vacuna contra el COVID-19. Esto podría generar una falsa confianza y Sáenz recuerda que “por más alta que sea la eficacia de una vacuna, no es garantía de eliminar una enfermedad infecciosa”. (I)