Los teléfonos y tabletas son vistos la mayor parte del tiempo como obstáculos para la educación de los niños. Sin embargo, hay quienes piensan que la relación con los dispositivos puede tener ventajas si hay mediación de la familia. Este año, el Tecnológico Superior Universitario España (ISTE), de Ambato, presentó el proyecto de investigación ‘Las aplicaciones móviles en el aprendizaje de los niños con síndrome de Down’.

En convenio con la Municipalidad de Ambato, el ISTE desarrolló la investigación en los centros inclusivos El Peral, para obtener información de las necesidades de los niños y el entorno en el que se desarrollan, y obtener resultados del porcentaje de mejora en el aprendizaje al utilizar la infopedagogía, que es la integración de las tecnologías de la información y comunicación con el currículo educativo.

La motricidad gruesa es una de las primeras áreas en las que los niños con síndrome de Down necesitan apoyo educativo. Foto: El Universo

“Hemos creado un software cuya aplicación tendrá seis botones que ayudarán a los niños en la motricidad gruesa (coordinación de los movimientos de brazos y manos, pies y piernas) y motricidad fina (movimiento de los dedos de las manos y de los pies)”, dice el ingeniero Danilo Galarza Torresano, docente y líder del proyecto. “También hemos querido llegar a la parte cognitiva a través de la gamificación, al enseñarles a correlacionar objetos”. Se reforzará también la fijación de saberes, el lenguaje expresivo y la resolución de problemas a través del juego.

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Próximamente, con la retroalimentación obtenida con grupos de niños con síndrome de Down en Cuenca, Guayaquil, Quito, Riobamba, y otros cantones de la provincia de Tungurahua, podrán optimizar el software para crear la aplicación y colocarla en las tiendas virtuales.

La aplicación no es para uso exclusivo de los niños. Está pensada para que padres y profesores puedan utilizarla como apoyo en el hogar y en la escuela, pues hasta ahora ellos trabajan de manera intuitiva, buscando recursos de manera aleatoria en internet. Esto, dice Galarza, les hizo ver la necesidad de publicar información pertinente. “Aparte de la aplicación, estamos generando artículos científicos (diez en total) para poder subirlos a la web”.

La infopedagogía propone las tecnologías de la comunicación y de la información como un apoyo al currículo escolar. Foto: El Universo

La idea de crear una aplicación para fortalecer la educación de los niños con síndrome de Down con medios virtuales surgió al inicio de la pandemia, cuando los centros de inclusión tuvieron que cerrar. Galarza recibió apoyo de la carrera de Desarrollo de Aplicaciones Web del ISTE y los departamentos de investigación y vinculación. “Comenzamos con el aspecto investigativo y luego creamos un demo. Hoy ya tenemos un piloto”, dice, y explica que están desarrollando la apk.

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La última prueba se realizó en el centro de inclusión Despertar de los Ángeles, de la ciudad de Riobamba. El próximo paso será publicar la aplicación gratuita, a mediados de julio de 2022.

A la cabeza del equipo que trabaja en el desarrollo del software está el estudiante Fermín Tene. La líder del proyecto de aplicación es Evelyn Rosado. El coordinador es Álvaro Quinzo, y los desarrolladores son Javier Toapanta Rodríguez, Jaime Fernando Murillo y John Neftalí Aulia. En el equipo pedagógico están Gabriela Guananga, Otoniel Rojas, Roberto Guerra, Freddy Riofrío y Freddy Macías.

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¿Qué espera la familia de una aplicación móvil educativa?

Gabriela Vargas es parte de la agrupación de apoyo TGen21 (@tgenveintiuno), que reúne a diez madres de niños con síndrome de Down, en Guayaquil. Ellas tienen un emprendimiento para ayudarse en los gastos de sus hijos. Al pensar en una aplicación, la primera cosa que desea es que haya personalización. “Que trabaje por etapas o por conocimiento adquirido; cada niño aprende diferente, no siempre dos niños de la misma edad están en el mismo nivel; hay que trabajar por etapas, independientemente de la edad”.

También elegiría una herramienta que permita a los niños interactuar y que dé retroalimentación positiva por cada acción realizada. “Excelente, muy bien, puedes hacerlo mejor”.

Una aplicación debería estar dividida en áreas, como grafomotricidad (trazos), prelectura, preescritura. Al avanzar a la lectoescritura, debe diferenciarse las vocales de las consonantes por medio de colores. “Y al señalar las vocales o consonantes, enfatizar cómo decirlas; a nuestros niños se les complica el habla y no hay una aplicación que los ayude en el área del lenguaje”.

La educadora especial Malena Bonilla de Crespo opina que la aplicación es una iniciativa viable como apoyo para estimular la comunicación y complemento a la interacción humana (no como reemplazo). “Trabajándola no con unidades fonéticas, sino a través de unidades temáticas, que brindan al estudiante componentes naturales de la vida diaria”. (F)

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