Las tortugas gigantes de Galápagos están consideradas en peligro crítico por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Un estudio reciente advierte que los individuos de la especie Chelonoidis porteri “están ingiriendo plásticos en y cerca de las áreas urbanas” de Santa Cruz. Aquí otra alerta sobre lo que ocurre en las islas ecuatorianas declaradas Patrimonio Natural de la Humanidad en 1976 y Reserva de la Biosfera de la Unesco en 1984.

El ministro de Turismo, Niels Olsen, reveló en septiembre su inquietud por la llegada de un 20 % más de turistas que en 2019, año previo a la pandemia: “Es un dato que preocupa más que enorgullece. Galápagos es un archipiélago bastante frágil y hay que tomar medidas urgentes”.

Las especies invasoras son otra amenaza y se podrían seguir enumerando, pero lo urgente son las soluciones para el territorio, que atrae por su belleza natural y especies únicas.

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El 14 de enero pasado, Guillermo Lasso firmó la ampliación de la reserva marina de Galápagos. Si bien esta medida fue aplaudida a nivel nacional e internacional, evidentemente faltan otras acciones para proteger el archipiélago. Este compromiso no solo es de las autoridades, sino de habitantes y visitantes de las Galápagos.

Como señaló el ministro Olsen, la propuesta del incremento de la tasa de ingreso al Parque Nacional Galápagos es una opción sensible pero necesaria para frenar la llegada masiva de turistas. A su vez, debe aportar recursos para control y educación sobre la importancia de proteger a las tortugas y todo su entorno.

Hay que exigir acciones y no quedarse en la retórica. Es plausible la ampliación de reserva marina ejecutada hace casi un año; ahora corresponde tomar otras medidas. Es verdad que el Gobierno está por cerrar su ciclo, pero el estudio sobre el consumo de plásticos de las tortugas es una oportunidad para que quienes están por asumir el mando empiecen a definir prioridades en sus áreas. Coincide que la próxima ministra del Ambiente proviene de las islas. (O)