El tema está a la orden del día porque el presidente Daniel Noboa fue a EE. UU. para plantear dos cosas. Uno, ante el FMI: necesitamos un crédito puente para pasar el 2024... mensaje (semi)explícito: yo buscaré la reelección, para eso es necesario hacer un buen gobierno que no tenga demasiados apuros financieros, sino la alternativa es tener en 2025 alguien menos proclive a las buenas relaciones internacionales. Dos, la situación financiera es tal que hay riesgo de no pagar la deuda en 2026. Estos mensajes, sumados a la fuerte caída del precio del petróleo (- $ 12 por barril), han llevado el riesgo país nuevamente hacia los 2.000 puntos (casi todos en el continente están hacia los 400 puntos). Recordemos que dicho riesgo está ligado a la percepción internacional de que el país no pueda cumplir sus compromisos externos.

Planteemos cuál es la situación actual de la deuda estatal. La deuda externa es del orden de $ 47 mil millones y la interna propiamente dicha de $ 12 mil millones, pero a esto último hay que agregar otro tipo de obligaciones que suman $ 15 mil millones, es decir, un total de $ 27 mil millones (este es el valor correcto, porque hay que incluir atrasos, deudas pendientes con proveedores del Estado y mil cosas más... igual que usted en sus deudas debe incluir lo que debe a la tienda de la esquina o a familiares). Son $ 74 mil millones que si los ponemos a 15 años plazo y a una tasa de interés del 6 % arroja un pago anual enorme de $ 7 mil millones... por suerte el Estado no paga intereses en algunas de sus obligaciones internas como atrasos o similares, y otros pagos los renegocia o los sigue empujando hacia el futuro. Pero es enorme.

Algún momento necesitamos una verdadera cirugía del Estado, porque son montos sin sentido...

Específicamente la deuda externa es la más compleja porque no se pueden usar las “artimañas” internas para su cancelación. En este momento los pagos no son demasiados elevados porque se dio la renegociación con los mercados financieros internacionales en 2020 (cerca de $ 18 mil millones) y luego en 2022 con la China (unos $ 4 mil millones) y el apoyo de organismos internacionales que hemos recibido en los últimos años recién está en su fácil inicial. En 2024 los compromisos serán del orden de $ 2 mil millones y en 2025 hacia los $ 3 mil… pero luego en 2026 y 2027 ya subimos hacia los $ 4 mil millones, el doble de lo actual. Tenía razón Noboa de que en 2026 quizás necesitemos una nueva renegociación, que sería al menos la quinta en los últimos 40 años... aunque cada una haya tenido su especificidad propia y unas hayan sido más justificadas que otras, la que menos la de 2009 con la RC cuando “la viveza criolla” impuso a los acreedores un gran recorte en pagos cuando sí se podía pagar, ¡cada renegociación es una mancha más al tigre! También tenía razón Noboa que necesitamos apoyo internacional porque en 2024 tendremos un déficit de $ 4 o $ 5 mil millones, a lo cual hay que agregar el pago de deudas anteriores, llegando a una necesidad de al menos $ 8 o 9 mil millones, de lo cual digamos que cerca de la mitad correspondería a recursos internacionales: unos $ 4 mil millones ¡Créditos puente bastante grandes!

Algún momento necesitamos una verdadera cirugía del Estado, porque son montos sin sentido y para cubrir demasiados gastos estatales inútiles... ¿Quién lo hará? (O)