En una de las escenas más célebres de la historia de la civilización occidental, Cicerón se encuentra en medio del templo de Júpiter Estator –el dios de los que se mantienen firmes– erguido, con las manos abiertas, preguntándole a Catilina, que está encorvado, avergonzado y aislado, hasta cuándo va a abusar de la paciencia de los romanos.

Cicerón había dedicado todos sus esfuerzos para descubrir una confabulación organizada por Catilina. Para principios del año 63 a. C. Catilina había reclutado un ejército terrorista que amenazaba con poner en riesgo la supervivencia de la República. Cicerón había convocado a los senadores para acusar a Catilina de traición y había logrado persuadir a todos de que Catilina constituía una seria amenaza.

Sabemos que luego de eso, Catilina huyó de Roma para reunirse con sus confabulados y que el Senado le dio poderes de emergencia a Cicerón para perseguir a Catilina y a sus secuaces. Cuando algunos de los confabulados fueron capturados, Cicerón, valiéndose de sus poderes de emergencia, ordenó la pena de muerte y triunfalmente anunció que habían sido ejecutados. Cicerón exclamó “vixere”, que significa “vivieron”.

Vixere podía haber sido un simple eufemismo para decir que los terroristas habían muerto. Que vivieron quiere decir que ya no viven, que están muertos. Pero, más interesantemente, vixere pudo haber sido una forma de decir que un grupo de personas tuvo la oportunidad de vivir, de tomar decisiones, de hacer algo con el tiempo y con los medios que tuvo y que malgastó su oportunidad, tomó malas decisiones, utilizó su tiempo y los medios que tenía a su disposición para convertirse en un enemigo de la humanidad y de la estabilidad política de un Estado.

El grito vixere de Cicerón, así entendido, es terrible y brutal, pero muy necesario para la supervivencia de la colectividad. Un Estado debe tener los medios para defenderse de quienes abiertamente lo atacan. Un Estado debe tener las armas para frenar a quienes ponen en peligro la paz de sus habitantes y la convivencia civilizada de sus miembros.

Representación

Vixere no quiere decir hoy lo que Cicerón quiso decir en el 63 a. C. Esta es una época en la que afortunadamente las constituciones y los tratados internacionales obligan a respetar los derechos de debido proceso y prohíben la pena de muerte. Pero vixere sí nos debe recordar que hay ciertas personas que con sus decisiones y acciones se han puesto en la posición de ser enemigos de la humanidad. A esas personas no se les puede privar de un juicio justo y del debido proceso, pero aplicarles las mismas reglas y garantías que se le aplican a los buenos ciudadanos que simplemente cometen un error no tiene ningún sentido. A esas personas no se las puede condenar a la pena de muerte, pero el Estado debe utilizar medios eficaces para asegurarse de que sean castigadas con toda la severidad posible.

Este ha sido un año de terror. Grupos abanderados en supuestas luchas sociales y organizaciones criminales apalancadas en mafias internacionales nos han dicho que ellos viven y mandan en este país. Los ecuatorianos tenemos que encontrar maneras de aplicar los principios de Cicerón. (O)