El presidente-electo de 35 años asumirá la presidencia del país para un periodo breve de apenas un año y medio. Lo hará en condiciones que lucen desafiantes y sin precedente si consideramos la situación de seguridad. Muchos dan por sentado que en tan poco tiempo difícilmente se puede lograr algo importante. Pero consideremos el caso del presidente joven que, asumiendo la presidencia en 1992 con tan solo 32 años y escasa formación en administración pública o economía lideró la liberalización de Estonia que derivó en que hoy sea una democracia con una economía moderna.

Laar, quien fue primer ministro en dos ocasiones, dijo de su experiencia: “Yo había leído solo un libro de economía - Libre para elegir de Milton Friedman. Era tan ignorante en ese entonces que yo pensaba que lo que Friedman escribió sobre los beneficios de la privatización, el impuesto uniforme y la abolición de todos los derechos de aduana era el resultado de las reformas económicas que habían sido implementadas en el Occidente. A mí me parecía que era sentido común como pensé que ya se había practicado en todas partes, yo simplemente lo introduje en Estonia, a pesar de las advertencias por parte de economistas estonianos de que aquello no se podía hacer. Ellos dijeron que era tan imposible como caminar en agua. Nosotros lo hicimos: solo caminamos en agua porque no sabíamos que era imposible”.

Cuando Laar asumió la presidencia de Estonia aquel país luchaba con las secuelas de la ocupación soviética. El camino desde una economía centralmente planificada hacia una economía de mercado y, simultáneamente, desde un sistema totalitario hacia uno democrático, estaba plagado de obstáculos. Pero Laar dice que le había quedado claro que las personas en una sociedad libre debían tener libertad para elegir y que así lograrían la prosperidad.

Teniendo ese principio rector como norte, en tan solo dos años introdujo una caja de convertibilidad que logró una de las monedas más estables en Europa Oriental, negoció el retiro de las tropas rusas del territorio nacional, implementó un impuesto uniforme, redujo significativamente el gasto público, eliminó subsidios, abolió empresas estatales, liberalizó el comercio y abrió el mercado a las inversiones extranjeras.

El resultado de este ambicioso programa de reformas derivó en que el ingreso per cápita de Estonia pasara de $ 7.137 en 1995 a $ 21.207 en 2022, esto es, casi se triplicó en 27 años. A modo de comparación, el ingreso per cápita de Ecuador pasó de $ 4.374 a $ 5.590 durante el mismo periodo. También resulta interesante la comparación que realizó Anna Bocharnikova entre Estonia y el país vecino, Finlandia, dado que ambos comparten características culturales, históricas y políticas similares y aun así es notoria la brecha que se abrió entre el ingreso de ambas naciones durante los 50 años de ocupación soviética de Estonia: mientras que en 1938 el poder adquisitivo de los salarios en Estonia era un 4 % inferior al de Finlandia, en 1988 este era un 42 % inferior y en 2018 la diferencia se redujo a un 17 %.

Como comentamos en otra columna anterior, este gobierno bien podría dejar implementada tanto la apertura comercial como la internacionalización del sistema financiero, sentando las bases para un mayor crecimiento a largo plazo. (O)