Javier Milei iniciará su gestión pocos días después de Daniel Noboa. Ellos presentan semejanzas y diferencias que ayudan a avizorar los caminos que pueden tomar. Ambos pavimentaron su ruta a la Presidencia con discursos de apertura de una nueva era. Milei lo hizo con un conjunto de propuestas concretas –muchas discutibles y peligrosas– que conforman un programa de gobierno y de transformación profunda del modelo de desarrollo. Noboa apeló y sigue apelando a sus características personales sin marcar el rumbo y por tanto sin un programa. Milei ha aprovechado las escasas semanas que corren entre su elección y la fecha de posesión para ir formando su gabinete. Noboa utilizó ese mismo tiempo para hacer viajes internacionales sin la agenda que corresponde a un presidente electo y se posesionó con un gabinete incompleto. Milei enfrentó este tema por medio de acuerdos con algunas fuerzas políticas a las que atacó duramente en la campaña, pero las negociaciones fueron públicas y sujetas a sus objetivos. Los acuerdos a los que llegó Noboa –o, más bien, su bancada– fueron opacos y, por lo que han dejado traslucir sus nuevos socios, fueron estos quienes marcaron el rumbo.

Se podrá aducir que las diferencias entre ambos se deben a las condiciones políticas de sus respectivos países, lo que es solo parcialmente cierto, ya que en ambos predomina un mismo tipo de polarización. La grieta, como la llaman en Argentina, es entre peronismo y antiperonismo, de igual manera que en Ecuador es entre correísmo y anticorreísmo. La gran diferencia está en que la campaña argentina giró sobre ese punto, mientras la ecuatoriana lo eludió. Milei triunfó con un clarísimo discurso antiperonista, lo que le obliga a hacer una ruptura drástica. Por el contrario, Noboa se cuidó de hacer lo mismo, como lo reiteró en su discurso de posesión, lo que dificultará e incluso impedirá la ruptura que anuncia con la apelación a su juventud. Ambos tienen representación minoritaria en el Legislativo, pero el uno está dispuesto a golpear la mesa, mientras el otro apenas llama tímidamente a la puerta.

Ciertamente, es muy probable que, debido a la radicalidad e inviabilidad de las propuestas y a la intemperancia del libertario, en Argentina se produzca un choque con gravísimas consecuencias. Pero, se debe considerar que también la tibieza puede llevar a resultados catastróficos. Para evitarlo o por lo menos para postergarlo, Milei tiene la posibilidad de bajar la mira, priorizar el control de la inflación y hacer un cambio gradual, es decir, una dosis de realismo político que no va con su temperamento ni con sus objetivos. En nombre de ese mismo realismo, Noboa ha entregado la iniciativa a unas bancadas legislativas que se opondrán a cualquier intento de cambio y, en consecuencia, le cerrarán aún más el espacio para la toma de decisiones económicas necesarias para evitar que las brechas se amplíen y se profundicen con dramáticas consecuencias sociales.

Por último, en Argentina se inicia un periodo completo de gobierno, en que el presidente puede tejer alianzas sobre todo con gobernadores e intendentes (alcaldes). Noboa apenas tendrá 18 meses que, para efectos de acuerdos y alianzas, se reducirán a menos de la mitad por el inicio de la campaña. La comparación nunca es odiosa, aunque termine, como en este caso, señalando que se está peor que lo peor. (O)