En 1948 se crea el Estado de Israel sobre una decisión de las Naciones Unidas que establecía un territorio para el efecto en el paisaje de lo que se conocía como Palestina, el que hasta la Segunda Guerra Mundial fue parte de los territorios administrados por el imperio británico. Desde el siglo XIX esas tierras, habitadas milenariamente por comunidades árabes, recibieron un importante flujo migratorio de judíos sobre todo europeos del este, que se desplazaron como consecuencia del racismo imperante en el Viejo Continente y de la expoliación y violencia contra sus comunidades. La ascensión de los nazis al poder en Alemania, y de Gobiernos en su entorno que promovían una ideología abiertamente racista y antisemita, sumadas a las persecuciones practicadas como política de Estado en varios de esos países, aceleraron el fenómeno en las primeras tres décadas del siglo XX. Los migrantes se establecieron en varias ciudades y en terrenos semidesérticos de los que se apropiaron con la justificación de que eran tierras vacías trabajadas por ellos.

Los horrores de la Segunda Guerra Mundial y las políticas de exterminio implementadas por Hitler y sus lugartenientes, sumados a una nueva ola migratoria propiciada por organizaciones político-militares judías cuyo objetivo era la creación de un Estado, motivaron una resolución de Naciones Unidas aprobando la creación de un estado árabe y otro judío. La Unión Soviética propuso la admisión de Israel a la ONU, cosa que ocurrió en 1948. La decisión de formar ese Estado no fue consultada con la población local ni con los países árabes quienes no aceptaron la resolución. Casi inmediatamente se desató la primera de varias guerras y una situación permanente de conflicto que no ha parado hasta el día de hoy.

El uso de la fuerza y la práctica de la violencia ha caracterizado la historia contemporánea de las relaciones entre Israel y las poblaciones originarias de Palestina. En el contexto de la Guerra Fría, los Estados Unidos y sus aliados tomaron partido por Israel, mientras que los soviéticos apoyaron a los países árabes en sus contiendas. El control territorial de Palestina es crucial en la geopolítica mundial, pues está en el centro de una región rica en materiales energéticos, además de ser la encrucijada de varias civilizaciones y de tres continentes. Espacialmente está vinculada con el golfo Pérsico, el Mediterráneo, el mar Rojo, y muy cerca del mar Negro, en otras palabras, de los escenarios más conflictivos de las últimas décadas. Si hay un lugar del mundo que puede ser el origen de otra conflagración mundial es el Medio Oriente y concretamente Israel.

El último de los conflictos bélicos, al que hemos asistido estos días, ha mostrado las formas más inhumanas de crueldad. Nada explica el asesinato de niños y gente desarmada. Y si bien fue repugnante la masacre propiciada por Hamás, las represalias desatadas por Tel Aviv: el bombardeo de barrios, hospitales y escuelas y el desplazamiento forzoso de personas aterrorizadas e inermes, no pueden atribuirse al derecho a la defensa y no pueden justificarse de ningún modo. (O)