Buscar la adhesión del Ecuador a la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) representaría un objetivo estratégico que nos permita acelerar con eficacia la reforma estructural integral que necesita nuestro país.

Una reforma que exige un acompañamiento consultivo de alta credibilidad y experiencia para crear las condiciones de un crecimiento económico ordenado y un bienestar social sostenido en el tiempo que superen el oportunismo político.

Frente a la crisis del multilateralismo y la creciente desglobalización, la OCDE ha sabido reinventar su propuesta de valor a los Estados miembros; su eficacia se basa en la recopilación de datos y análisis técnicos para establecer estándares normativos que los países integran, tanto en sus políticas públicas como en su gestión pública, para construir transformaciones globales de alto impacto hacia la reducción de la pobreza y la prosperidad inteligente. Es importante considerar que los miembros actuales de la OCDE concentran el 75 % de la inversión extranjera directa y el 80 % del comercio a nivel global.

Si bien nuestro país se ha aproximado tímidamente a esta organización a través de su Centro de Desarrollo y el Programa Regional para América Latina; una membresía como país miembro de la OCDE exige un proceso de adhesión muy riguroso, donde los Estados deben alinear sus leyes, políticas y reglamentos internos a la gobernanza de la organización. Los niveles de exigencia se focalizan, por ejemplo, en contar con un sistema fiscal competitivo y transparente, un control estricto del gasto público, el rediseño del sistema nacional de estadísticas, ajustes a la legislación laboral, reformas al sistema judicial, la lucha contra el soborno, así como una política nacional de productividad con estándares ambientales y de inclusión social, entre otros temas. Durante el proceso de adhesión, que puede durar hasta cinco años, el país es sometido a exámenes de fondo realizados por comités especializados, con el fin de crear las bases estructurales alineadas a las normas de la organización.

La OCDE representa el “sello de calidad” que un país necesita para contar con la credibilidad y confianza ante convenios de financiamiento del Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial; así como para concretar acuerdos comerciales bilaterales y programas de inversión extranjera directa con los países miembros y la comunidad internacional. La membresía está determinada de acuerdo al perfil económico de cada país, tomando como referencia su PIB y su número de habitantes. Una inversión que nos daría la oportunidad de salir del círculo vicioso de la política reaccionaria al círculo virtuoso de la política inteligente.

Aspirar a la OCDE significa también aspirar a una política exterior más decidida, asertiva y práctica; que se convierta en un instrumento facilitador para hacer que las reformas estructurales sucedan y la economía nacional integre estándares y buenas prácticas internacionales, transformando al Ecuador en un socio competente, confiable y seguro. (O)