Un nuevo presidente es un gran acontecimiento... que no debería serlo. ¡Hay que darle importancia, pero no tanto! Creemos que los gobiernos son los que hacen y deshacen en el país, y no debe ser así: deben solo crear un mejor entorno para que los individuos y cercanas organizaciones (familia, empresa, barrio, etc.) movamos a la sociedad. Pensar lo contrario es justamente la trampa en la que los políticos quieren que caigamos. No creo en esas expresiones que siempre se oyen: “el nuevo país, la refundación, volver a empezar”, el país camina desde hace 200 años, y a base de las virtudes y defectos del pasado debemos crear un mejor futuro.

Tendremos a Noboa por 18 meses y quizás 4 años más. No digo “el joven” porque poco me importa sea o no joven. Hay jóvenes o mayores que por igual pueden ser mejores o peores, corruptos o no, con o sin buenas ideas, líderes o títeres. Lo importante es que tome en cuenta algunos factores (y muchos más, y mejores sin duda).

1) Antes de decisiones específicas se necesita visión, liderazgo y voluntad. No se puede caer en el pretexto de que “los políticos no dejan o la burocracia no apoya”. Ni tampoco que hay “malos asesores o ministros ineficientes”. Todos son una traba, pero se supera con liderazgo.

2) No generar expectativas excesivas, solo empujar lo mejor posible en tan poco tiempo.

3) Muy difícil no caer en la vanidad del poder que distorsiona visiones y decisiones. Quien piensa “yo no voy a caer” es el más propenso, porque ni lo ha entendido ni se ha preparado. Quizás el “compañero” más importante para el presidente es quien le dirá las verdades, más allá de las alabanzas continuas de su círculo cercano. Ojo: esa persona no puede ser ni su esposa ni su madre o padre.

(...) ya no hablemos de la dolarización porque sin duda seguirá... sensatez en materia de deuda.

4) La necesidad de buscar consensos en temas importantes (no es someterse como quiere la Conaie). En ciertos casos para resolverlos, en otros para (al menos) preparar el terreno. Temas como mercado laboral, seguridad social o subsidios, siendo el más conflictivo el de combustibles. Para esto es necesario oír a los que piensan diferente, no creer que una sociedad se puede impulsar solo con la visión propia.

5) Acciones del gobierno con un norte claro: mejorar la vida de los ciudadanos a través de empleo (lo cual solo se logra indirectamente) y tranquilidad (al menos seguridad y mejor sistema de salud).

6) Enfrentar la inseguridad: enorme impedimento para el desarrollo, los expertos sabrán cuál es el mejor camino. Y junto a eso la transformación de la justicia, nefasta al ser dominada por mafiosos y políticos.

7) Manejo del Gobierno prudente con priorización del gasto, no “sacándonos más dinero del bolsillo”. Con más de 40.000 millones de gasto, sí se puede priorizar. Impulsar petróleo y minería. Concesiones en carreteras (impulsar autopista Quito-Guayaquil) y otros campos. Despolitizar la sociedad: transferir responsabilidades y eliminar tanta traba en la vida diaria (al menos algunas).

8) Lo anterior ayudaría a bajar el riesgo, a lo cual agregar tres temas claves. Uno, ya no hablemos de la dolarización porque sin duda seguirá. Dos, sensatez en materia de deuda. Tres, no tomarse la reserva internacional.

9) Concretar los tratados comerciales negociados.

¡Todo un desafío! (O)